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Juan Manuel Rodríguez

Enganchada al sueño olímpico

Todo el mundo sabía perfectamente que el Comité Olímpico Español escogería la ciudad de Madrid como nuestra candidata a organizar los Juegos de 2012. Estaba escrito. Lo sabían sus promotores, y lo sabían incluso –estoy seguro de ello– quienes durante los dos últimos años han tenido que dar la cara por Sevilla, conscientes de que aquella carrera tenía ya un vencedor claro. De ahí que la irrupción, viniendo desde atrás, de Madrid 2012, molestara tanto a los sevillanos, seguros de haber cogido la "calle buena" en su tercera intentona. Han pasado 24 meses y, a medida que se iba acercando el 21 de enero, Madrid estaba más crecida, más fuerte, y Sevilla más sola. Estaba claro que, aunque no formalmente, sí habían bajado los brazos. ¿Por qué ha sido esto así?

Había un hecho que no podía evitar Sevilla, y este era el de la capitalidad de Madrid. El COE –como ocurre con la Academia de Cine cuando debe elegir una película para los Oscars– selecciona aquello que piensa que ganará con el COI, y últimamente el máximo organismo olímpico viene apostando por grandes urbes, capitales importantes en detrimento de ciudades sin punch. De ahí que se eligiera a Atenas o Pekín, capitales con muchos problemas pero con un peso político e histórico evidente. Madrid supo movilizar al stablishment y jugó con inteligencia la baza de ser la única gran capital europea que aún no ha tenido la suerte de organizar unos Juegos.

Madrid ha ganado porque el COE ha pensado que el COI puede creerse su candidatura. Es cierto que ahora mismo carece de las infraestructuras necesarias, pero esas se pueden construir (vivo ejemplo de ello fue la milagrosa edificación del Pabellón Arena que albergó el Masters Series de tenis), y aquellas que ya existen (aeropuerto bien conectado con las Villas Olímpicas, suficientes plazas hoteleras, Anillo Olímpico...) satisfacen al COI porque otorgan credibilidad.

El Comité Olímpico Internacional designará en 2005 la ciudad que organice los Juegos de 2012 siguiendo lo que podríamos llamar un "criterio técnico-político", nunca deportivo. Podría parecer un contrasentido, pero igual no lo es. Por eso mismo, Madrid ha dejado en la cuneta a Sevilla, aunque ahora empiece la carrera seria, la de verdad. Y ahí ya no valdrán los lemas, ni los "pesos pesados" de la política, sino el ladrillo puro y duro. O lo que es lo mismo, que a finales de 2004 las 58.000 plazas hoteleras actuales se hayan transformado en 70.000. ¿Será eso posible? En cualquier caso, Madrid sigue enganchada al sueño olímpico.

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