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Pep Guardiola anunciaba su adiós anticipado mientras Joan Gaspart esquiaba con la familia en Suiza (ya saben, un compromiso inaplazable). Rivaldo aparecía de nuevo en la prensa como "futbolista-trueque", un cromo deportivo que parecía interesante para el Manchester United. Es curioso porque era precisamente el representante de Guardiola, el señor Orobitg, quien desvelaba en la televisión el interés inglés por hacerse con los lujosos servicios del brasileño... ¿Por qué? Kluivert seguía pidiendo más, y Florentino Pérez parecía dispuesto a convertirse en el "hado madrino" del delantero holandés. El club trataba desesperadamente de cerrar el acuerdo con Riquelme, el nuevo Maradonita culé. El lunes se barajaba el nombre de Cúper para sustituir a Serra Ferrer; pero el martes surgía el de Wenger. Todo ello tras habérselo ofrecido a Capello que dijo "nones". Petit molesto. Overmars indignado. Dutruel desesperado, y Alfonso, De la Peña y Dani al borde de un ataque de nervios. Lo cierto es que las sensaciones previas al decisivo choque contra el Liverpool no podían ser peores.

El jueves tenía que despejar algunas incógnitas y ya lo ha hecho: el Fútbol Club Barcelona no jugará la final de la Copa de la UEFA contra el modesto Alavés y mientras escribo este articulo, salvo que hayan adelantado la Liga al viernes, está fuera de la Champions League de la próxima temporada. Al mismo tiempo la "bicha" azulgrana –el Real Madrid del impasible F.P.– cuenta sus partidos por victorias, con Su Majestad El Rey convertido en permanente amuleto merengue. El Barcelona está "groggy", sufre aluminosis futbolística. El encefalograma no puede ser más plano.

Aunque el primer año de la nueva macrojunta es ya un soberano desastre, su presidente debe mover ficha. Antes del partido de semifinales de UEFA aseguró que el descalabrado Ferrer seguiría en el banquillo. Si quiere salvarle la cara a la temporada debe asirse con fuerza a la Copa del Rey y agotar sus pocas posibilidades en la Liga, y para eso es imprescindible el cese del entrenador mallorquín. Lo contrario sería incidir en el error. Parecería lo más lógico que Carlos Rexach dirigiera al equipo aunque la coherencia parece brillar por su ausencia en este Barcelona.

Por lo menos si estuviera Núñez nos reiríamos un rato. Nos hablaría de manos negras o de conspiraciones arbitrales, incluso pondría como ejemplo de su magnífica gestión a los equipos de balonmano y hockey sobre patines. Pero con estos (salvo "Don Piso", que le pone cierta pimienta) ni eso. Todo el mundo sabe que el único equipo que tira del club es el de fútbol, y ése es un auténtico enredo. Parece que los madridistas han empezado a celebrar el centenario con anticipación. Sólo falta la foto de Luis Figo celebrando la Liga en La Cibeles, gritando eso de "¡Cules, llorones, saludad a los campeones!"

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