Cuántas vueltas da la vida. Marcelo Safont, un ex directivo del Valencia, dijo en su día y nada más enterarse del fichaje de Rafa Benítez, que en un principio él no sabía si a quien había contratado el consejo de administración era al torero o a quién exactamente. Aquello no era más que un sonoro desprecio a quienes dirigían el club, con Benítez de por medio, haciendo ver a los aficionados que contrataban a un absoluto desconocido, el primero que pasaba por la calle, otro entrenador más que no estaba a la altura de las circunstancias. Y es curioso que tres años, dos Ligas y una Copa de la UEFA después de que aconteciera todo aquello, Paco Roig, sempiterno martillo presidencial, esté dispuesto ahora a exigir la dimisión de Jaime Ortí y el resto de directivos por no haber sabido retener a Benítez, quien, finalmente, resulta que sí fue aquel torero que predecía, aunque por motivos bien distintos, el desaparecido Safont.
Rafa Benítez, de quien pedían a coro la dimisión cuando sólo llevaba cinco meses en el club, sale ahora por la puerta grande de Mestalla habiéndole cortado las dos orejas y el rabo a un morlaco aplomado, fino, abrochado, bajo de agujas y ancho de culata. El "nuevo Viti" ha sabido sortear con habilidad las cornadas que suele dar el fútbol y, después de haber conseguido el primer doblete de la historia del Valencia, ha decidido marcharse al Liverpool de la Premier League; allí le dan lo que él más anhelaba y que nunca consiguió aquí, el control absoluto y total de la parcela deportiva y un contrato a largo plazo. O lo que es lo mismo: en Inglaterra le ofrecen un proyecto sólido de trabajo. La operación es muy inteligente para él y no conlleva riesgos puesto que se marcha de Valencia siendo el auténtico "rey del mambo". Sin embargo, Benítez asesta una durísima estocada a quienes en su momento fueron incapaces de elegir entre él y García Pitarch, dejando otra vez al descubierto las ya tradicionales rencillas entre las "familias" valencianistas.