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Me parece recordar que fue al Comandante Zero a quien, acorralado en una Embajada por el ejército estadounidense, hicieron salir a base de rodear el edificio con bafles de los que surgía incesantemente música de los Rolling Stones. El militar no podía comer, dormir o simplemente entrar en el cuarto de baño sin escuchar a todo volúmen a la banda de "morritos" Jagger. Aquello resultó simplemente inaguantable y Zero se rindió a la guerra psicológica. Creo que a Zinedine Zidane le ha salido un grano con el tenaz Florentino Pérez, aunque el presidente del Real Madrid tiene un aliado impagable en la prensa deportiva (estoy pensando seriamente la posibilidad de pedirle una comisión).

Si la CNN americana transmitió en directo la Guerra del Golfo, la contratación de Zidane, en caso de consumarse, será también el primer fichaje televisado. Afortunadamente para Figo, lo suyo fue cuestión de pocos días (justo los que fueron desde la filtración de la noticia hasta que el portugués se presentó, demacrado, con la camiseta del Real Madrid), pero lo del francés viene de largo. Para el aficionado al fútbol, Migliaccio, Moggi, Bettega y Agnelli son tan conocidos como Sabrina, Frank, Angel o Kaiet para un seguidor habitual de "Gran Hermano". Y es que, si se dan cuenta, la intrahistoria de los fichajes futbolísticos se ha transformado en eso, en un show televisivo y radiofónico, una carrera de fondo con la competencia por adelantar el próximo paso de "Zizou" en una islita de Tahití.

Del genial centrocampista francés lo sabemos todo, desde que veranea en El Chive, un tranquilo pueblecito a 70 kilómetros de Almería, hasta el nombre de su mujer, Veronique, y sus hijitos, Enzo y Luca; incluso algún compañero, atosigado por la típica "tiesez" informativa del verano, se ha tomado el trabajo de sacar una estadística acerca de dónde prefieren vivir los madridistas (ya saben: La Moraleja, Mirasierra, Boadilla del Monte...) y sobre qué zonas "peina" el club para presentarle a Zinedine una residencia en condiciones. ¿No es demasiado? F.P. ofrece once mil millones de pesetas y Agnelli pide veinte mil, y nosotros lo contamos como si fuera absolutamente normal. Una pregunta: ¿Si alguien captara imagenes de Zidane y Veronique haciendo el amor habría quien estaría dispuesto a ofrecerlas?

Cuentan que Frederic Remington envió un telegrama desde Cuba a William Randolph Hearst: "Todo está tranquilo. No pasa nada. Stop. No habrá guerra. Me gustaría volver. Remington". Hearst le envió otro como respuesta: "Por favor, quédese. Usted me dará las ilustraciones, yo le pondré la guerra". Esperemos que después de tantos ríos de tinta, la del fichaje de Zidane no sea sólo una batallita que contarles a nuestros nietos. A ver cuánto tiempo es capaz de soportar esta presión Giovanni Agnelli.

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