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Juan Manuel Rodríguez

Fútbol: cambiar las reglas

¿Qué diría Miguel Muñoz si levantara la cabeza? Al inolvidable M.M. se le atribuye una castiza –como todas las suyas– pero en el fondo durísima opinión sobre el sempiterno "hermano pobre" del fútbol, el baloncesto: "¿eso es un deporte?... ¡Pero si cuando un tío hace una falta levanta la mano para que se la apunten, y cuando se cruza con otro compañero se dan una palmadita en el culo!"... ¿Qué diría ahora si supiera que Marco van Basten propone aplicar a su deporte algunas de las reglas del baloncesto para agilizarlo? Muñoz tendría probablemente razón casi siempre que hablaba de fútbol, pero o no conocía o menospreciaba adrede al baloncesto. Es la espectacularidad de ese juego, su agilidad y vistosidad, las que trata de rescatar el mejor delantero centro holandés (es mi modesta opinión) de toda la historia al proponer, en un artículo suyo que aparece en la revista Hard Gras, once medidas para darle al "deporte rey" un toque de honestidad.

Si es cierto eso de que "el cambio empieza cuando alguien ve el siguiente paso a dar", Van Basten acaba de darlo. Y bien firme. Marco, que como futbolista resultaba cartesiano en su genialidad, sencillo que no simple, efectivo y creativo al mismo tiempo, atlético pero técnicamente prodigioso, se limita a aplicar el puro sentido común a un juego que –conocido con él– necesita que le inyecten vigor. Creo que era Luis Aragonés quien el otro día comentaba en voz alta lo siguiente: "en el fútbol no podemos llamar a los jugadores a la banda para corregirles, no tenemos tiempos muertos"... ¿Y por qué no? Esa es una de las reglas que Marco van Basten aplicaría al fútbol, como la de la sustitución de un futbolista cuando cometiera cinco faltas. También la puesta en marcha de dos tiempos de treinta y cinco minutos de juego efectivo (parando el reloj cuando ello fuera necesario, justamente como sucede en el baloncesto).

En Estados Unidos ya tienen superados nuestros complejos y hace tiempo que plantearon el deporte –así, en general– como otro entretenimiento más, puro espectáculo familiar como el cine o los parques de atracciones. Los empresarios del deporte son conscientes de que un domingo deberán luchar contra Cats y al otro hacerlo con la última de Steven Spielberg, y se ponen las pilas porque la competencia es muy dura. Deporte-espectáculo-negocio, una pescadilla que allí se muerde la cola, y que aquí lo hará más tarde o más temprano. Van Basten, que también aboga por la abolición del fuera de juego o un límite de dieciséis equipos por campeonato, ha empezado a cambiar intuyendo cual será en el futuro el siguiente paso a dar.

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