Menú

He empezado a leer un divertidísimo libro de Alain de Botton titulado "Las consolaciones de la filosofía"; en la contraportada del mismo (y eso es lo que me inclinó a invertir casi tres mil pesetas del ala) se asegura que la filosofía puede resolver problemas cotidianos que se nos presentan a diario. Por ejemplo: todo el mundo trata de evitar a cualquier precio la desconfianza y la impopularidad. Dice Botton que la hostilidad ajena puede disuadirnos a la hora de cuestionar el statu quo, e incluso "nuestra voluntad de dudar puede verse minada (...) por un sentimiento interior de que las convenciones sociales han de poseer un sólido fundamento" (perdón por el plagio). Puesto que el joven profesor asegura esto en el segundo capítulo de su libro me dispongo a comprobarlo con un ejemplo práctico. Allá voy.

Hoy Camacho ha ofrecido una rueda de prensa en Córdoba y, puesto que ya está confirmado que no seguirá tras el Mundial del año 2002, ha vuelto a lanzar un ataque frontal hacia aquellos periodistas que no están contentos con el juego del equipo nacional. El seleccionador ha dicho, más o menos, que aquel que critica el juego de España "no tiene por qué saber, o es que ha comido mal, tiene un problema sexual, económico o simplemente un mal día". No he estado presente en la rueda de prensa, pero me juego la mano derecha a que mis compañeros se han partido de risa. Y no la tiene. Ni pizca de gracia. Seguro que los periodistas que siguen a la selección han tratado de esquivar la impopularidad que supondría no reirle el chiste a Camacho, la desconfianza que generaría después en el seleccionador. Yo quiero ser impopular: creo que Camacho ha vuelto a meter la pata (y gracias a Dios no tengo ninguno de los problemas que ha retratado).

Yo creo que a Camacho habría que exigirle (pedirle no, puesto que cobra mucho dinero por su trabajo; hay que exigirle) que la selección española de fútbol juegue bien y logre resultados. Para hacerme sonreir ya tengo a "Les Luthiers", y para reirme a mandíbula batiente hecho mano de "Monty Python" y su circo ambulante. Cuando voy a un campo de fútbol quiero disfrutar y, sobre todo de un año a esta parte, el juego de nuestra selección es irregular, tímido, va y viene para acabar siendo una candinga, una fatiga, un desaliento... Y me pregunto yo: ¿tienen de eso la culpa los hipotéticos problemas sexuales, nutricionales o económicos de los periodistas deportivos? No. En cualquier caso la culpa será de Camacho y sus muchachos.

Tengo para mí que hasta junio del 2002 este va a ser un larguísimo via crucis. Aunque gracias a Alain de Botton espero ir resolviendo con mayor o menor fortuna los problemas que vaya disponiendo Camacho. El que un día me planteó Clemente por decirle a la cara lo que pensaba (unir con acierto las dos mitades de un sello) ya lo solucioné. Aunque para aquel no me hizo falta echar mano de Sócrates.

En Deportes

    0
    comentarios