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Juan Manuel Rodríguez

Guardiola no quiere molestar

Supongo que a los símbolos de un club de fútbol que se considera mucho más que eso, mucho más que un simple y hedonista club de fútbol, hay que mimarlos con una deferencia especial a como los equipos normales tratan a sus jugadores más representativos. El Barcelona quiere –aún hoy– seguir transcendiendo el deporte para erigirse en un punto de referencia fundamental del catalanismo, uno de los ejes autonómicos e institucionales. A pesar de lo cual continúa resbalando lamentablemente en cuanto se le presenta la más mínima ocasión. Pareciera que la directiva azulgrana estuviera compuesta por 85 "inspectores Clouseaus", al tanto de cualquier movimiento para meter la pata. Desde fuera tengo la sensación de que Joan Gaspart únicamente acierta cuando rectifica.

Pep Guardiola no ha podido ser más elegante a la hora de anunciar que no seguirá en el Barcelona la próxima temporada. Ni tampoco menos ruidoso (un miércoles santo, con la gente huyendo despavorida hacia la playa o la montaña). Guardiola ha vuelto a ser otra vez un caballero –el famoso seny que no consigo encontrar en sus directivos, salvo en el caso de don Nicolás Casaus– porque antes de recibir cualquier oferta ya ha advertido que no seguirá en la Liga española. Ha sido Pep quien ha salvado del mayor de los ridículos a Gaspart y cia porque ¿quién imagina lo que hubiera sucedido si hubiera entreabierto su puerta al Real Madrid? Guardiola ha dado una lección de señorío; una forma de actuar que no ha sido correspondida por el presidente Gaspart.

Se han producido multitud de reacciones nada más conocer la noticia. Una de ellas me ha llamado la atención por proceder de un futbolista como Cañizares, habitualmente reflexivo. El portero del Valencia comentaba que es normal que unos jugadores se vayan para que vengan otros, que eso sucede todos los días. No puedo estar más en desacuerdo con él. Pep Guardiola sólo dejará de ser futbolista del Barcelona una vez en la vida y yo pensé (ya veo que equivocadamente) que no sería de esta forma.

En 1997 ya tuvo problemas para renovar su contrato. Ahora era un secreto a voces –desmentido iracundamente, por cierto, por el propio Gaspart en el programa "El rondo" del pasado lunes– que volvía a frenarse su renovación. Fuentes del club manifiestan que estaban esperando a que los representantes se pusieran en contacto con ellos. Así no se hacen las cosas. Mucho menos un club que quiere seguir siendo mucho más que un club.

Creo que deberemos volver a hablar de este asunto en el futuro. Guardiola tiene 30 años; le queda alguno más como jugador del máximo nivel. Yo creo que Pep sigue viendo la jugada como nadie y lo que menos pretendía era molestar. Por eso se retira. Un miércoles santo. Sin alharacas, sin dramas y sin chantajes. Tal y como llegó hace ya diecisiete largos años. Un ejemplo incluso en el momento del adiós.

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