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Me llamó la atención la presencia de sir Anthony Hopkins, el genuino doctor Hannibal Lecter, en el palco del estadio Santiago Bernabéu; estaba observando, frotándose las manos, siguiendo muy de cerca uno de los mayores espectáculos deportivos que pueden verse hoy en día: la Champions League. Venía a Madrid la (o el, que nunca sé como acertar) Lazio de Roma, vigente campeón italiano. Un equipazo con la "brujita" Verón, el goleador Marcelo Salas, "valdanito" Crespo o el que dicen es el mejor defensa central, Nesta, objeto de deseo permanente de los merengues. Pensando en Hannibal el caníbal, me vino a la cabeza que al Real Madrid se le podría considerar perfectamente como el mayor antropófago deportivo del mundo, un equipo selecto, un sibarita que desecha la Copa, la Supercopa o la Intercontinental para sentarse a la mesa exclusivamente cuando hay Liga de primero y Champions de postre. Todo ello servido con un Chianti bien frío, como es natural.

El "cholo" Simeone, que luego demostraría su ardor guerrero a Iván Helguera, decía una cosa bien cierta no hace mucho: "Fíjense si será grande el Madrid que jugando su peor fútbol acaba de ganar dos Copas de Europa". No creo que a nadie le quepa la menor duda de que la Champions, la Copa de los campeones, es por derecho la competición del Madrid. Disputándola se siente cómodo, en casa, y constituye un auténtico peligro para sus rivales.

Ahora mismo, el equipo que entrena Vicente del Bosque (con la clasificación para los cuartos de final en el bolsillo) es el máximo goleador de Europa –con 24 goles– y de España –con 51, superando al Barcelona en 5–; es líder claro en la Champions y favorito número uno para los ingleses en las apuestas, además de sacar una ventaja importante al Deportivo de La Coruña en la "Liga de las estrellas". Un caníbal, en suma.

Dentro del magnífico nivel que mantiene todo el equipo, me gustaría destacar el crecimiento deportivo de dos inhabituales –uno más que otro–. El primero, Iván Helguera; creo que con él se han asegurado en el Madrid al digno sucesor de Fernando Redondo (le falta retorcer un poco más el colmillo, pero todo se andará). El otro, Aitor Karanka; hasta hace bien poco se hablaba en el Real de la "maldición de los centrales" –Rocha, Spasic, Nando, Mino, Campo...–. Creo que va siendo hora de que destaquemos como es debido la actuación de Karanka, fijo, mandando e identificado con Fernando Hierro.

El único que desafinó del show ofrecido en el estadio Bernabéu fue el "florero franchute" que la UEFA colocó para el evento. Creo que al tal "Pierre No Doy Una" le quiere felicitar muy efusivamente Verón, y no me extrañaría nada que el dueño de la Lazio contratara al doctor Lecter para que le hiciera una visita en París. Después de diez años de ausencia parece que vuelve a tener apetito.

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