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Lo mismito que al duque de Medinasidonia. Al final del partido contra el Real Madrid, Javier Irureta declaraba: "No he mandado a mis futbolistas a jugar contra los elementos". Los tan denostados "elementos" fueron un golazo en propia puerta de Helder —Carlos Santillana no lo habría hecho mejor—, un inexistente penalti de Mauro Silva sobre Guti, cuatro balones al poste y 29 tiros a puerta. Un aluvión deportivista que sólo frenaron las meigas y la actuación de Iker Casillas, siempre en su sitio y saliendo bien por alto.

El partido del sábado ofrece muchas lecturas. El 0-2 del descanso era inmerecido, y sin embargo el Real Madrid no supo sacar tajada. Le faltó sangre al equipo de Vicente del Bosque, tuvo ausencia de malicia cuando la fortuna se había aliado descaradamente con el líder de la Liga. El campeonato pasaba por Riazor pero el Madrid no sentenció. ¿Por qué? Nadie quería hablar de debilidad al término del partido (¡se ha empatado, y ante el Deportivo de La Coruña!) pero a un equipo campeón no se le habría escapado la victoria.

La "X" de la quiniela satisfizo enormemente a Roberto Carlos —al final del partido agarró el balón como si hubiera conquistado la Champions League—, también a Raúl y al propio Vicente del Bosque. Y, debo reconocerlo, también a un servidor porque corrobora la tesis de aquellos que siempre sostuvimos que la Liga estaba viva. El Madrid tuvo en su mano colocarse a siete puntos de los gallegos (un golpe de mano definitivo) y dejó escapar su gran ocasión. No sé lo que ocurrirá al final, pero en la noche del 24 de febrero presencié a un Deportivo ahormado, compacto y que ya ha pasado su crisis de juego.

Con la limosna del empate, el Real da aire no sólo al vigente campeón sino también a Barcelona y Valencia. Tengo la impresión de que ya es tarde para ambos, pero el Barcelona visita el próximo sábado el estadio Bernabéu con una consigna: poner la Liga al rojo vivo. Todo el mundo comprenderá que para Gaspart y sus muchachos no sea lo mismo ver las celebraciones en La Cibeles o en el Ayuntamiento coruñés.

Al terminar el encuentro charlé con Santiago Solari, titular en el "once" diseñado por Del Bosque: "Esto no le habría ocurrido a un equipo argentino", le dije. Solari, que es un buen tipo, esquivó la pregunta con un regate exquisito. Pero él mejor que nadie sabe que tengo razón. Con 0-2 en el marcador y la Liga en juego, River o Boca habrían "pinchado" el balón. El Real Madrid se limitó a desinflarlo. Y eso que las meigas hicieron huelga en La Coruña.

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