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El fallecimiento de Antonio Baró acelerará sin duda el proceso de elección del nuevo presidente de la Liga de Fútbol Profesional. Desde que en 1984 sustituyera a Manuel Vega Arango al frente de la "patronal" del fútbol, el ex presidente del Español tuvo que sortear problemas tan espinosos como la venta de los derechos televisivos, la llamada "ley del fútbol" o la crisis de la Liga de los 22 surgida en 1995 y que nos tuvo a todos pendientes de la radio y la televisión. Esos dieciséis años han significado un cambio profundo y sobre todo han materializado el definitivo equilibrio de fuerzas con respecto a la Federación. Desde su creación el 30 de diciembre de 1983, la LFP se ha visto forzada a esquivar los "misiles" lanzados con desigual acierto desde la calle Alberto Bosch; el penúltimo de los cuales podría ser la candidatura del actual secretario general de la FEF —Gerardo González— a la presidencia de la Liga, lo que sería tanto como meter al zorro en el gallinero.

Baró fue un presidente sólido, institucional y alejado de cualquier tipo de partidismo. Su enfermedad era conocida desde hace mucho tiempo, y de hecho el proceso preelectoral se acababa de abrir a través de los consabidos "globos sonda". A la sorprendente (al menos para mí) candidatura de G.G., habría que sumar la de Pedro Tomás —vigente secretario general de la LFP— o Rafael Cortés Elvira —ex secretario de Estado para el Deporte. Aunque estoy convencido de que tendrá más opciones el nombre que aún no ha salido (algunos hablaban de Juan Onieva) y que podría ser el auténtico "tapado".

En cualquiera de los casos deberá ser un hombre surgido del consenso, un presidente pactista hacia dentro pero dispuesto a librar la pelea definitiva hacia fuera (y me refiero a la de la independencia de la Federación)... ¿Quién será, será? Lo cierto es que ya han comenzado a circular cartas —una, en concreto, del presidente del Eibar— recordando la gestión inmaculada de Jesús Samper en clarísimo detrimento de la emprendida por Pedro Tomás. Cortés Elvira, que por otro lado aparece hasta en las quinielas para presidir el Patronato de Doñana, tiene otro tipo de lastres (y no es el menor el de la crisis del 95, cuando él era cabeza visible del deporte en España).

Con Antonio Baró acaba un período de consolidación de la Liga. Desde el punto de vista de los clubes de Primera y Segunda División no debería tratarse ya, por lo tanto, del "no nos moverán" del 83 sino del impulso renovador del siglo XXI. La elección será difícil pero apasionante: ¿"halcón" o "paloma"? ¿o zorro en el gallinero? Veremos.

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