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Juan Manuel Rodríguez

La broma pesada de la letra del señor Paulino

Yo niego la mayor y sigo sin ver, por mucho que traten de explicármelo, la necesidad de que el himno nacional español tenga que tener una letra

Alejandro Blanco estaba enfadadísimo esta mañana con la filtración a un periódico del himno propuesto por Paulino Cubero, un "perdedor" según propia definición, y la verdad es que no logro entender la indignación mayúscula del presidente del Comité Olímpico Español salvo que éste intuya que, tras hacerse pública la letra, Plácido Domingo pueda reaccionar con tiempo suficiente y el próximo día 21 tenga una faringitis galopante o le surja un viaje inaplazable a la Selva Negra. No existe, empero, motivo para semejante estado de nervios puesto que si Plácido, que es un auténtico "crack", cantó el himno del Centenario perpetrado en su día por José María Cano, no veo por qué no habrá de hacer ahora lo propio con la letra de este buen hombre, natural de Granátula de Calatrava, provincia de Ciudad Real, que se aburría en casa y se puso a escribirnos una letra. Tengo para mí que a los tres tenores se les fue un poquito la mano con eso de popularizar la ópera, pero repito una vez más que si Domingo, un hombre valiente, no salió huyendo despavorido cuando el ex Mecano puso por primera vez delante suyo la partitura de Luna, no creo que exista nada ni nadie en este mundo que pueda arredrar al gran tenor madrileño.
 
Yo niego la mayor y sigo sin ver, por mucho que traten de explicármelo, la necesidad de que el himno nacional español tenga que tener una letra, y mucho menos percibo que este sea un asunto de Estado por el que deban recogerse firmas para que se debata después en el Congreso de los Diputados: el himno español es el que es y punto. Pero es que, además de no ver por ningún lado la necesidad de que el himno nacional tenga, de repente, una letra, tampoco creo que esa deba ser una iniciativa que parta del COE, por mucho que la intención de su presidente sea sanísima y quiera ayudar a mejorar las cosas. Me da la impresión de que Blanco se metió (o le metieron) en un jardín que no era el suyo y del que va a tener una difícil escapatoria. No creo que haya necesidad alguna de ponerle letra al himno de España, pero sí pienso que los organismos deportivos españoles, entre ellos el Comité Olímpico, debieran posicionarse de vez en cuando, por ejemplo, en el espinoso asunto de la politización nacionalista del deporte porque, de seguir las cosas así, puede que dentro de un tiempo tengamos letra en el himno, la del señor Paulino o cualquier otra, pero no haya selección que salga a cantarla.
 
Dicen, no sin razón, que la letra propuesta por el bueno de Cubero es profundamente hortera, como si La Marsellesa no lo fuera, lo que pasa es que la cantan en francés y nosotros ni nos enteramos de lo que dicen; ojito al estribillo de marras: "¡A las armas ciudadanos! ¡Formad vuestros batallones! Marchemos, marchemos, ¡que una sangre impura empape nuestros surcos!". Si al señor Paulino se le hubiera ocurrido proponer esa letra le habrían corrido a gorrazos por toda Granátula, pero claro, la escribió un capitán de ingenieros de la guarnición de Estrasburgo y eso vende. En fin, que la historia estuvo entretenida mientras duró, ahora corramos un tupido velo; el día de Santa Inés, mártir, si no queda otro remedio, Plácido cantará lo que tenga que cantar y, afortunadamente para todos, la letra ya no será una sorpresa, evitando así posibles problemas cardíacos entre los asistentes al acto. Y, una vez cantada la gallina, habrá que ponerse a trabajar de firme porque Jordi Roche y los suyos no descansan y ya han vuelto a pedir partido. ¿Qué letra le ponemos a eso?
 
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