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No hay peor cosa que herir en su orgullo a un gran campeón, y eso es justamente lo que ha sucedido con Michael Schumacher. A estas alturas, hay pocos récords que se le resistan al piloto de Ferrari. En Bahrein consiguió su victoria número setenta y tres, y ahora mismo –con el asiento todavía caliente– supera ya en veintidós al mítico Alain Prost. Ya lleva conseguidas cincuenta y ocho vueltas rápidas a lo largo de su carrera profesional, aventajando también a Prost en diecisiete; y hace tan sólo unos meses se convirtió en el piloto que más veces ha ganado el Mundial (seis) por delante de Juan Manuel Fangio. Al "kaiser" sólo se le resiste un récord, y ese tendrá que caerá maduro como sucedió con el resto: Ayrton Senna sigue siendo el piloto que más veces (sesenta y cinco) partió desde el primer puesto en la parrilla de salida, aunque Schumacher ya se ha colocado en tan privilegiada posición en cincuenta y ocho carreras.
 
¿Qué puede mover a un tipo, que no tendrá ya tiempo suficiente para gastarse todo el dinero que ha ganado, a seguir jugándose la vida los fines de semana?... El orgullo y la historia, eso es lo único que mueve, hoy por hoy, a Michael Schumacher a subirse a su Ferrari.
 
La cabeza de Schumacher no tiene los mismos pensamientos que la nuestra, no; la cabeza de Schumacher es la de un gran campeón, un hombre que está en activo y que es plenamente consciente de que en estos precisos instantes está escribiendo la historia del deporte mundial. Por eso, yo creo que fue un error de cálculo de Fernando Alonso o de sus asesores que el piloto español –un piloto, por cierto, muy veloz– dijera sin titubear que él iba a ser campeón mundial.
 
Aquello, unido quizás al ambiente de jubilación anticipada que se respiraba en el "circo" de la Fórmula Uno, debió incendiar a Schumacher, que ahora podría amenazar con batir otro récord más, el de longevidad a los mandos del volante de un monoplaza.
 
El caso es que Michael Schumacher gana todas las carreras con una facilidad pasmosa, y uno tiene la impresión de que –ya sea por orgullo o bien por situar aún más alto el listón de la historia– va a ser difícil retirarle, si sigue siendo el más rápido del circuito.
 
La cabeza del alemán es la de un piloto experto, valiente y sereno, y su cara transmite una agradable sensación de felicidad y confianza. Ojalá me equivoque por el bien de Alonso, pero creo que esta "pesca" va a ser mucho más difícil que la del famoso "campanu". A Michael Schumacher le han herido en el amor propio, y un piloto que ha ganado seis veces el Mundial tiene que quererse muchísimo a sí mismo.
 

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