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Seguro que tras el cóctel del pasado jueves en la Copa de la UEFA, el seleccionador nacional de fútbol cada vez lo entiende menos. ¿Cómo es posible que el fútbol español sea el que más representantes tenga en Europa, y al mismo tiempo el equipo nacional se pegue siempre de bruces con el muro de la mediocridad? Muy sencillo: porque quien tiene mayor número de clubes luchando en Europa, pendientes del bombo del próximo miércoles, no es el fútbol español sino la ONU en que se ha travestido no sólo nuestra Liga sino todas las del mundo (obviamente, aquellas que están en disposición de pujar en el Wall Street del balón: España, Italia, Inglaterra, Francia...)

Como canta Serrat "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio"; y sobre todo cuando hablamos de una verdad que es inevitable por mucho que se devanen los sesos las federaciones nacionales o en nuestro país la Asociación de Futbolistas Españoles.

Por tanto deberíamos matizar: no es el fútbol español quien ha clasificado mayor número de representantes para la siguiente ronda de la UEFA; no es el fútbol español quien tiene a Real Madrid, Valencia y Deportivo de La Coruña luchando a brazo partido por lograr el billete para los cuartos de la Champions. Es la Liga de Fútbol Profesional. De lo contrario sería imposible comprender cómo España, una y otra vez, machaconamente, cae en Eurocopas o Mundiales sin ser capaz de dar el salto de calidad imprescindible, ese que sí son capaces de dar países exportadores como Brasil o Argentina.

A pesar de todo es razonable que los hinchas del Alavés, Rayo Vallecano o Celta de Vigo estén henchidos de orgullo; no puede decirse lo mismo del Barcelona que siempre está llamado a tareas mucho mayores. Pero cuando oigo eso de "el fútbol español ha clasificado a..." pego un respingo en el asiento. ¿El fútbol español? No he echado la cuenta, pero seguro que más del sesenta por ciento de los jugadores que tenemos en Champions y UEFA bajo bandera española no saben dónde está Chinchón.

Insisto en que no me parece triste, sólo es cierto; más cierto que la vida misma. Y también inevitable. Quizás con el tiempo desaparezcan las competiciones internacionales de selecciones, y acaben por enfrentarse el sur contra el norte, el este contra el oeste. Me da la sensación de que el fútbol acabará por disputar una Liga Mundial Universal. ¿Todo? ¡No! Una ciudad poblada por irreductibles vascos resiste todavía y siempre al invasor: el Athlétic Club de Bilbao. Es muy probable que el club que preside Arrate no gane la Copa de la UEFA; lo tendrá imposible siquiera para conseguir una Liga, o la Copa de la que sigue siendo el "rey". Pero, curiosamente, el Athlétic sí podrá presumir de erigirse en el único club cien por cien español. Al menos ganarán la Champions de la personalidad.

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