Ya sólo resta por saber quién será finalmente el Gran Maestro Luzhin y quién el Gran Maestro Turati en esta apasionante partida de ajedrez que llevan jugando desde el pasado mes de noviembre Florentino Pérez y Marcelo Teixeira con objeto de darle un rápido jaque mate al asunto Robinho. Falta por conocer el reparto de papeles en este remake futbolístico de la famosa novela de Vladimir Nabokov y, por supuesto, deberemos esperar también hasta que haya transcurrido un tiempo prudencial para decidir si, al final de una batalla tan ardua como la que estamos presenciando, el futbolista brasileño merecía realmente la pena. Florentino y Teixeira se niegan a firmar el armisticio y no quieren hacer prisioneros.
Y la cosa se está poniendo muy interesante porque a cada jugada que el presidente madridista se saca de la manga responde el presidente del Santos con otro movimiento inesperado y genial. No me importaría nada en absoluto que la llegada de Robinho se retrasase un poquito más, hasta julio de 2006 por ejemplo, con tal de saber qué nuevas trampas le tenía preparadas Teixeira por el camino al todopoderoso Florentino. Da la sensación de que, al igual que sucedía en "La defensa Luzhin", Teixeira es perfectamente capaz de retener como sea en el Santos al delantero, incluso después de muerto, con su propia defensa numantina, con la "defensa Teixeira".
Parece que Florentino parirá finalmente otro galáctico en agosto, pero, al contrario de lo que él mismo diseñó a finales del año pasado, lo hará con mucho dolor y con un sufrimiento ciertamente notable. Tanto que, conociendo al habilísimo presidente merengue, no me extrañaría nada que, dentro de dos o tres años, le ofreciera al ejecutivo brasileño sustituir a Emilio Butragueño al frente de la vicepresidencia del club. Este Marcelo ha demostrado tener un colmillo retorcido al nivel de la Champions League. La Copa Libertadores se le queda pequeña. El Real Madrid habrá cerrado el negocio del siglo con que Robinho se muestre sobre el terreno de juego sólo la mitad de tenaz que Teixeira en los despachos. ¡Tiembla Lula, tiembla!...
