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En Barcelona dicen que Del Bosque tiene una flor, exactamente igual que lo repitieron como auténticos papagayos con Miguel Muñoz, el hombre que en más ocasiones ha dirigido al Real Madrid desde el banquillo. Había mucha expectación alrededor del partido de Moscú y al Madrid ya le veían al borde del K.O., pero un cabezazo de Ronaldo clasificó a los vigentes campeones de Europa para los cuartos de final de la Liga Europea de Campeones. Ahora la expectación gira acerca del sorteo de este viernes que podría emparejar a dos equipos españoles.

Pero volviendo a la flor de Del Bosque, yo creo que al entrenador madridista se le podrán discutir muchas cosas (la titularidad de César en detrimento de Casillas, aún sin explicación, es una de ellas) menos que sabe manejar un vestuario complicado, difícil y con muchas estrellas por metro cuadrado. Y ahí reside la auténtica flor de Del Bosque. Cuando Vicente tiene que dar palos (ahí están los casos de Anelka o Morientes), los da. Impone respeto y es una de las claves del éxito de este Real "florentiniano". Por eso, el presidente del club –como adelantó el otro día en "El Tirachinas" de la Cadena COPE– quiere renovarle por dos temporadas más. Con la flor y el jardín completos.

Me hizo mucha gracia al análisis sesudo que del partido contra el Lokomotiv hizo el técnico del Barcelona, Radomir Antic. "Por lo que me han dicho, el Real Madrid tuvo mucha suerte en Moscú". "A la gente le gusta hablar del Madrid", respondería más tarde el "hombre tranquilo". Y es así. El Real es, por unas u otras cuestiones, referencia imprescindible del fútbol mundial sin la que no se puede pasar. Ahora es la flor de Vicente del Bosque y mañana serán los árbitros, como antes lo fueron el centenario, Figo, Ronaldo o Zidane. Pero con suerte no se gana una Champions League. Ni siquiera con mucha.

A la espera de lo que nos depare el sorteo (y con la ventaja añadida de tener a tres clubes españoles entre los ocho mejores de Europa) yo vuelvo a insistir en el hecho de que el Real Madrid es de nuevo el gran favorito para alzarse con la victoria en la final, el enemigo público número uno de Barcelona, Valencia, Manchester y Milán. ¿Por qué?... Muy sencillo: porque en nueve ocasiones anteriores (y en siete de ellas sin Del Bosque en el banquillo) tuvo la suerte –y esa sí que lo es– de ganar la Copa de Europa. Y porque es un club que sabe aguantar la presión. Incluso la que, desde Barcelona, pueda tratar de meter Radomir Antic.

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