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Juan Manuel Rodríguez

La opción Schuster y la amenaza Lissavetzky

Por lo que me cuentan, Alfredo Pérez Rubalcaba está dejándose la piel sobre el terreno de juego para colocar a su amigo al frente del Centro Nacional de Inteligencia

Me gusta Bernd Schuster. Los equipos que ha entrenado juegan bien al fútbol. Y me parece un candidato tan bueno como cualquier otro para sentarse en el banquillo del Real Madrid. ¿Por qué no Schuster? Es una opción más asequible, y también más barata, que la de Eriksson o Lippi; conoce el club, tiene la formación necesaria y fue un futbolista de un talento natural sin discusión posible. Me gusta Schuster porque, además de todo lo anteriormente expuesto, se moja por lo suyos y de su boca suele salir algo más que el típico, tópico y cansino "es un excelente profesional". Por Pernía, un jugador al que le quedan como mucho ciento ochenta minutos dentro del vestuario getafense, Schuster no ha tenido el más mínimo inconveniente en calzarse las botas de goma y meterse en el charco de Luis Aragonés. Ni más ni menos que Luis Aragonés.

En clara alusión a Del Horno, convocado por el seleccionador nacional para otra apasionante jornada de convivencia en sustitución de Pernía, Schuster ha dicho lo siguiente: "ha primado llevar a un jugador que lo único que ha hecho esta temporada es pegarle una patada a Messi en la Champions". Los futbolistas confían ciegamente en ese tipo de entrenador, aquel que les apoya cuando sabe que ya no puede sacar nada de ellos. El gesto de Schuster constituye toda una declaración de intenciones. Insisto: me gustaría que acabara en el Madrid; no rehuye el contacto, no esquiva la polémica, está habituado a quedarse solo (de hecho, vivió en minoría en casi todos los vestuarios que ocupó como jugador) y, en un momento determinado, puede decirles a sus jugadores: "¡Eh, chavalitos, yo soy Bernardo Schuster! ¿Algún problema?" Al final el Madrid a lo mejor acierta por eliminación, como le sucedió en su día al Barça.

Cambiando radicalmente de tercio. Esta mañana me han dado un chivatazo que paso a relatarles aquí. Parece que Jaime Lissavetzky podría abandonar en breve la "secretaría de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte". ¿Destitución? Qué va, todo lo contrario, ¡le promocionarían! Por lo que me cuentan Alfredo Pérez Rubalcaba, está dejándose la piel sobre el terreno de juego para colocar a su amigo al frente del Centro Nacional de Inteligencia. ¡Cuerpo a tierra! Puestos a elegir, uno ya no sabe si es preferible que los nacionalistas le sigan toreando con elkorfballantes que ponernos a jugar con las cosas de comer.

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