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Es verdad que el poder futbolístico ha cambiado de manos. Italia y Alemania ya no convencen con su "resultaditis". Inglaterra y, sobre todo, España se han hecho con el control. La Liga de nuestro país está de moda (no en vano ha sido designada como la más competitiva), y además de tener al "mejor club del siglo XX", o de haber protagonizado la primera final de la Champions League entre dos equipos de la misma nacionalidad (Real Madrid y Valencia), manda también en la Copa de la UEFA. Y lo hace con descaro.

Hace diez años resultaba impensable que la Liga no fuera cosa de tres; y si me apuran un poco, una pugna entre dos. Hoy la situación ha dado un giro espectacular; no me refiero sólo a los éxitos del Deportivo, Español o Valencia, sino al resurgimiento de actores secundarios como el Mallorca, Celta de Vigo, y, más recientemente, el Rayo Vallecano o el Alavés. En el caso de los vigueses, ésta es la tercera ocasión en la que se cuelan en cuartos de final de la Copa de la UEFA, mientras que el Mallorca llegó a la final de la Recopa en la temporada 98-99. Y a pesar de que se sigue confiando a pies juntillas en el "producto extranjero" (aunque en muchas ocasiones como salvavidas directivo), también resulta evidente que en los banquillos se ha producido un vuelco radical.

De los veinte conjuntos de Primera, quince se quedaron con entrenadores españoles y de los siete clubes que todavía siguen vivos en Europa, sólo Héctor Cúper no es técnico nacional. En España se practica el fútbol más brillante, o lo que es lo mismo: aquí se marcan más goles que en cualquier otro sitio. El Real Madrid es el equipo más goleador de Europa con un promedio de 2,8, por delante de los alemanes (Bayern de Munich, 2) o italianos (Roma, 1,89). Otro dato me parece elocuente. En todos sitios se ficha de todo, pero en España se redoblan los esfuerzos por futbolistas de corte ofensivo (los casos recientes de Collymore, Aimar o Palermo). En Italia se siguen deshaciendo en elogios hacia Maldini, y será más probable que la Lazio deje escapar a la "brujita" Verón, antes que al intocable Nesta, el mejor defensa del mundo. La prueba del algodón no engaña.

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