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FIFA, UEFA y federaciones nacionales por un lado, y clubes profesionales por el otro, están condenados a enfrentarse cada día que pase con mayor dureza. Es la revolución pendiente del fútbol de cara al siglo que ahora empieza. Esa revolución estallará en la cara de Blatter, Johansson y compañía el mismo día en que los clubes se den cuenta de su fuerza (que es toda) y se decidan a dar el paso definitivo. ¿Qué deberá ocurrir para que pase eso? Probablemente que un par o tres de "mega-estrellas" de esas que cobran miles de millones de pesetas –estoy pensando en Figo, Zidane y Rivaldo– caigan rotas al mismo tiempo, echas añicos, inutilizadas por un calendario robotizado y confeccionado por teóricos del balón reunidos a tal efecto en las Islas Caimán (gastos pagados, naturalmente). Cuando Real Madrid, Milán y Manchester se vean afectados al unísono, algo tendrá que suceder. Seguro.

El "G-14" ha sido la tímida incubación de esa revolución pendiente; se trata de un micro organismo inyectado a la fuerza por los clubes más poderosos del mundo, y que aún no se ha decidido a entrar a machete porque “fifos” y “uefos” han optado por ceder poder muy lentamente, de forma sibilina. A pesar de esto último, siguen surgiendo insurrectos, por ejemplo, en Liverpool. Su entrenador, Gerard Houllier, ya se ha puesto en contacto con el seleccionador inglés (Sven Goran Eriksson) para decirle que sus jugadores no acudirán al partido amistoso del próximo mes de febrero contra España. Al parecer, el sueco tiene pensado convocar a Owen, Fowler, Heskey, Gerrard, Murphy y alguno más, y Houllier se ha negado en redondo. Simplemente, el calendario no tiene más días. Ni siquiera en Inglaterra, y eso que son diferentes en todo. Es cuestión de tiempo el que la "patronal" acabe organizando todas las competiciones según sus propios intereses. Cuando lo hagan (que lo harán) será curioso comprobar en qué lugar quedan las diferentes selecciones nacionales.

El caso de Houllier es uno más. Como el de Lendoiro o Gil en su momento; o como el de Bossman, que acabó organizando una buena. Mientras Blatter logre desunir a los clubes (los europeos básicamente), no tendrá nada que temer. Lo que sucede es que eso es cada día más complicado. No sé dónde, he leído que un científico ha logrado que llueva de abajo hacia arriba. Si eso es posible, ¿por qué no va a serlo que FIFA y UEFA acaben siendo los dinosaurios del siglo XX? Lo que está claro es que, hoy por hoy, siguen esperando a Espartaco. Un loco que dé la cara.

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