Menú
Juan Manuel Rodríguez

La última del "bilardista" Bilardo

Nadie podrá encontrar en un diccionario los términos "bilardista" o "menotista", y, sin embargo, todo el mundo del fútbol sabe ipso facto qué quieren decir uno y otro. No hay peor cosa que, cuando uno pertenece presuntamente a la corriente catalogada como "menotismo", le acusen de ser un "bilardista infiltrado", un agente doble, una especie de submarino del "narigón" sumergido entre tanta palabrería y tanta farfolla, que es precisamente de lo que los "bilardistas" acusan a los "menotistas", de no ir al directos al meollo de la cuestión. Por eso el otro día, cuando José María del Nido y Joaquín Caparrós quisieron desacreditar públicamente a Jorge Valdano, le llamaron "bilardista". Es "vox populi" que el director deportivo del Real Madrid tomó partido hace mucho tiempo por uno de los dos "bandos" y que, incluso, es considerado ahora como el "apóstol" de Menotti en España.
 
Cuando desde el Sevilla –club al que, paradójicamente, dirigió Bilardo desde el banquillo– "acusaron" a Valdano de ser un "bilardista" por haber chocado con el árbitro en el túnel de vestuarios, Menotti, muy sagaz, se limitó a decir lo siguiente: "para llegar a convertirse en bilardista uno tiene que haber cometido más de un error". Salvó así con clase y pericia a su "ahijado futbolístico". Y, sin embargo, estos dos "ismos", enfrentados más por la personalidad de sus fundadores que por otra cosa, están indeleblemente unidos por una cuestión. Puede que las "autopistas" que empleen uno y otro para llegar a la portería rival sean distintas pero a ambos les une el balón. Hugo Gatti ha sido muy duro hace poco con el entrenador del Estudiantes de La Plata y, pese a ello, dejó claro lo siguiente: "Bilardo repetía constantemente que el jugador siempre tiene que mirar la pelota; incluso cuando has marcado un gol tienes que seguirla de reojo".
 
La última "heroicidad" de Bilardo (a quien ya dije que empiezan a llamar "loco" en Argentina con peligrosa asiduidad) ha sido la de presentarse en el estadio Monumental con una botella de champagne para presenciar cómodamente el partido River-Estudiantes. "Vine a disfrutar; que los jugadores hagan lo que quieran". Y cuando la fiscal quiso detenerle por consumir alcohol dentro del campo, Bilardo –más "bilardista" que nunca– empezó a gritar "¡es Gatorade, es Gatorade!"... ¿Alguien sabe cómo acabó el partido?... No creo. Pero Carlos Salvador Bilardo forjó aún más su leyenda. "Hace falta ser un Carlitos para pensar que yo tenía alcohol", dijo el "bilardista" Bilardo. Y, pese a todo, ese partido pasará a la historia como el "partido del champagne".

En Deportes

    0
    comentarios