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Juan Manuel Rodríguez

La última táctica

Lo mejor que nos ha sucedido es que ya ni siquiera dependemos de nosotros mismos para clasificarnos sino de Serbia, Bosnia y Bélgica, porque cada vez que dependemos de nosotros acabamos por pifiarla

Un periodista de Marca le preguntó en cierta ocasión a Wenceslao Fernández Flórez qué medidas tomaría él para mejorar el fútbol. El escritor, ocurrente y genial como siempre, respondió: "Suprimiría los espectadores". Pero ahora lo único que le queda a la selección española de fútbol es precisamente eso, sus espectadores, seguidores fieles e inasequibles al desaliento que, según informa la televisión pública, el miércoles siguieron masivamente el partido contra Serbia y Montenegro. Si hoy viviera y un periodista le preguntara de nuevo cómo se podría mejorar el fútbol de la selección nacional, posiblemente F.F. respondería que suprimiendo a los futbolistas y alineando en su lugar a los aficionados porque ésa es la última táctica que nos queda por probar.
 
El problema no es que el himno no tenga letra, ni tampoco el tiempo, poco o mucho, que le dejen a Luis para trabajar con sus jugadores. Tampoco parece que constituya un problema insalvable el número de futbolistas extranjeros que jueguen en la Liga española puesto que Casillas, Raúl, Torres, Joaquín o Vicente son estrellas en sus respectivos clubes. Nuestro fútbol, que antes sólo importaba jugadores, ha empezado también a exportarlos en un lento goteo. No parece, pues, que tampoco sea ése nuestro verdadero problema. ¿Entonces?... Tal y como yo lo veo el verdadero problema reside en la absoluta endeblez competitiva de nuestros internacionales y, desde luego, en su inferior calidad con respecto a otras selecciones. España sólo reacciona cuando se encuentra en una encrucijada y ahora, con la vista puesta en el Mundial de Alemania, puede que sea demasiado tarde.
 
El listón está tan bajo que seguro que hubo aficionados que, a pesar del empate a uno que nos dejó tiritando, se fueron satisfechos a la cama tras presenciar los primeros cuarenta y cinco minutos del estadio Vicente Calderón. Resulta tan barato pasar a la historia de la selección española de fútbol que basta con ganarles a los serbios en casa. Aunque sea por la mínima. Aunque sea de penalti injusto. Aunque haya que esperar hasta el último minuto. Pero ya ni por esas. Lo mejor que nos ha sucedido es que ya ni siquiera dependemos de nosotros mismos para clasificarnos sino de Serbia, Bosnia y Bélgica, porque cada vez que dependemos de nosotros acabamos por pifiarla. Ahora sólo falta esperar a que suene la flauta travesera. "Los asesinamos 0-0", dijo una vez el entrenador Bill Shankly para explicar un partido. Pues a nosotros nos mataron 1-1.

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