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Juan Manuel Rodríguez

La vanidad divide a los Lakers

Si usted visita estos días Los Ángeles y quiere coger un taxi para salir del aeropuerto, tenga mucho cuidado; la misma precaución debe tener si visita un restaurante o pretende alquilar una habitación en un hotel. Taxista, camarero y recepcionista podrían dejarle tirado si no responde correctamente a la siguiente pregunta: ¿Shaquille O'Neal o Kobe Bryant? Puede optar por la respuesta evasiva ("No me interesa el baloncesto"), aunque no se la recomiendo. Puede arriesgar y elegir a uno de los dos, pero tiene un cincuenta por ciento de posibilidades de chafarla. Si quiere ir con aire acondicionado, que le den la mejor mesa sin ofrecer propina o aquella suite que visitó Frank Sinatra y que curiosamente queda libre, conteste lo siguiente: "Lakers está por encima de todo". No habrá dicho nada, y quedará como un señor. Porque Los Ángeles es hoy una ciudad dividida, rota por la rivalidad entre sus dos grandes estrellas.

Si el trabajo de Vicente del Bosque resulta complicado, yo les pediría que se pusieran en el pellejo de Phil Jackson durante un instante; el señorito Shaquille O'Neal protagonizó el fichaje más sonado de la NBA desde Abdul Jabbar y cobrará veinte mil millones de pesetas hasta el año 2006, que es cuando finaliza su nuevo contrato. Fue elegido el jugador más importante (M.V.P.) del All Star, la Liga y los play-offs finales, y con él dando miedo bajo el aro los Lakers reconquistaron el campeonato. El señorito Kobe Bryant es el típico jugador-franquicia, heredero natural de Michael Jordan (de no surgir algún genio escondido que esté encestando como un loco en estos precisos momentos en la granja de sus padres en Iowa, Tenessee o Sacramento); un jugador exquisito, con un talento innato para jugar al baloncesto. La misma pregunta que le harían a usted el taxista, el camarero o el recepcionista, se la hacen constantemente a Jackson: ¿Cuál de los dos, Phil?

La polémica que ha convertido Los Ángeles en el O.K. Corral del basket americano surgió a la conclusión del partido contra Phoenix que, para más inri, ganaron abrumadoramente los actuales campeones. En aquel encuentro O'Neal anotó 18 puntos, pero Bryant se salió del mapa e hizo más del doble: 38. O lo que es lo mismo: en el uno contra uno se había impuesto con nitidez Kobe. Shaquille estalló: "si al perro grande le dan balones estará tranquilo; me niego a trotar por la pista". Poco después solicitaba su baja en el equipo.

Da la impresión de que si a Jackson le apretaran mucho las clavijas elegiría a O'Neal, pero, en cualquier caso, para los Lakers resulta un callejón sin salida. La ecuación no parece tener solución, y al acecho se encuentran ya varios equipos a la espera de que el "perro grande" vuelva a exigir su hueso.

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