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Juan Manuel Rodríguez

Lágrimas de gran campeón

Dice el escritor John Irving (autor de ese clásico de la literatura norteamericana llamado El mundo según Garp) que, llegados a un nivel determinado de competición, lo que manda es la repetición: "llevas a cabo una pequeña cosa una y otra vez hasta que al resto del mundo le parece que no requiere más esfuerzo y que es completamente natural. Pero no es en absoluto sencillo aparentar naturalidad". Irving ha practicado durante muchos años la lucha libre, compaginándola al mismo tiempo, afortunadamente para sus fans que somos legión, con la escritura. Y tiene razón: la repetición mimética del mismo movimiento, de un ejercicio, consiguen que pasemos por alto que nos encontramos ante una gesta mayúscula. Podríamos compararlo perfectamente con ese buen director de cine que logra que nos olvidemos del movimiento de la cámara: vemos vida delante de nosotros.

Y sin embargo, existen circunstancias extraordinarias que nos hacen despertar de golpe y porrazo. Por ejemplo: el hundimiento de Joseba Beloki en la etapa del miércoles. Era el líder de la clasificación general y sus propios compañeros le consideraban el vencedor virtual de la Vuelta Ciclista a España. A pesar de que su equipo -todos a una como en Fuenteovejuna- trató de remolcarle, el gran campeón fue incapaz de recuperarse y llegó a 20 minutos del primer clasificado. Le visitó de improviso "Bruno el del mazo", un hombre sin piedad que acaba sin previo aviso con todas las ilusiones de estos Hércules de la bicicleta.

Al ver cómo lloraba Beloki sobre su bicicleta, conocedor de que ya había perdido el jersey oro y, por ende, cualquier posibilidad de llegar primero a las calles de Madrid, abrí los ojos y me di perfecta cuenta de que aquello no era mentira, que no se trataba del viejo truco cinematográfico de pasar un rodillo con un bosque pintado, sino que aquellos hombres, como dice Irving, lograban convencernos a través de su entrenamiento diario, de que lo extraordinario era normal, natural como la vida misma.

¿Cual es la diferencia entre un deportista de élite y un gran campeón? Muy sencillo: esas lágrimas de Beloki, consciente de que sus compañeros han querido ayudarle y él ha sido víctima propiciatoria de una descomunal "pájara". No se pueden entrenar la raza, el coraje o la hombría de bien. Esas cualidades siguen siendo "rara avis", extrañas incluso entre los deportistas profesionales.

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