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Juan Manuel Rodríguez

Las expectativas de Joaquin

En ocasiones, las expectativas constituyen un auténtico problema para los futbolistas profesionales. Las expectativas generadas y defraudadas con posterioridad son las más peligrosas de todas porque, a remolque de la peligrosísima “ola mediática”, en ocasiones el futbolista (o promesa de futbolista) quiere caminar al mismo paso que dichas expectativas, e incluso por delante, embalado, lanzado, melena al viento como en uno de esos Ferraris descapotables de película. Lo más inteligente es marchar un paso por detrás de las expectativas, o incluso dos; lo mejor es rezagarse, y quien tiene buenos asesores suele hacerlo, refugiado en el anonimato hasta que llega el instante justo de explotar. Y entonces sí, entonces uno puede adoptar tranquilamente los aires de Seedorf o Raúl porque ya no existe vuelta atrás. Cuando un futbolista se transforma en una estrella deberán inquietarle otras expectativas, pero no las de no haber llegado, o las de haber querido llegar demasiado rápido estrellándose por el camino, originando la consiguiente frustración.

El futbolista del Betis, Joaquín, está ofreciendo inquietantes síntomas de querer volar por delante de las expectativas que ha generado su peculiar forma de interpretar este juego. A veces sucede que el futbolista es tan grande que ni siquiera esa ansiedad por llegar rápido, rápido, es capaz de frustrar la carrera profesional en cuestión. Y ojalá sea ese el caso de Joaquín. Pero de tanto repetirle al chico que es el sustituto de Figo, corre el peligro de creérselo, y es en ese sentido en el que el bueno de Joaquín corre mucho peligro y se ve claramente que no está bien asesorado. Se lo acaba de recordar Víctor Fernández, un hombre inteligente al que Joaquín debería asirse con todas sus fuerzas, nombrándole su representante si ello no fuera incompatible con dirigir al Betis desde el banquillo.

Joaquín ha salido al ruedo público para afirmar que no se siente bien tratado en el Betis, y que querría jugar en el Real Madrid. O lo que viene a ser lo mismo: Joaquín le ha dicho a Manuel Ruiz de Lopera que no quiere madurar como futbolista vestido de verdiblanco a la espera de dar el salto, al contrario de lo que hizo Rafael Gordillo, por poner sólo un ejemplo de jugador que estuvo inteligentemente apostado por detrás de sus propias expectativas. Joaquín ha optado por quedarse al descubierto, y una de dos: o tiene un carácter indomable y una cabeza perfectamente amueblada, y todo responde a una campaña muy bien dirigida; o el chaval ha metido la pata hasta el fondo. Porque Lopera puso precio en su día a las expectativas de Joaquín: 60.101.210 euros, y porque nadie en Sevilla piensa que esa sea una buena forma de negociar con “don Manué”, el hombre que mejor especula con las expectativas.

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