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Juan Manuel Rodríguez

Leao y sus "piernas de palo"

José Antonio Camacho haría muy bien en darse una vueltecita por Brasil para conocer de primera mano el significado de la palabra “presión”. El murciano vive en el paraíso, el Valhala de los seleccionadores si decidimos compararlo con su homólogo Emerson Leao, un hombre acusado de convocar a los “piernas de palo” para sacar adelante la clasificación de cara al Mundial del año 2002. La comparación puede acarrear cierta injusticia porque en Brasil el fútbol es la religión oficial, pero sería un buen ejercicio de modestia para él. Aunque en realidad el debate de fondo no gire entorno a la situación personal del señor Leao sino al mal momento por el que atraviesa el fútbol brasileño. ¿Asistiremos a una reconversión, un ajuste?

El fútbol en Brasil se ha convertido en una marca, como ocurre por ejemplo con el baloncesto en EEUU. Los directivos se iban por legiones a Brasil para comprar bueno, bonito y barato; pero allí se dieron cuenta y empezaron a exportarlo todo sin el mínimo control exigible. El caso más llamativo lo tenemos en España: Denilson, erigido en sucesor mediático del gran Garrincha y deambulando ahora por esos campos de la Segunda División (tras su segundo fracaso en el Betis parece que alguien se lo quiere llevar para Francia). De Brasil siguen saliendo buenos futbolistas pero todos están jugando fuera de su país, hasta el punto que cuando regresan se sienten extranjeros en su propia patria.

¿Recuerdan el último entrenador brasileño que vino a Europa para enseñar algo? Tácticamente el fútbol de aquel país se ha quedado estancado en los años 50; al revés: han sido ellos los que han querido imitar el “fútbol-fuerza”, cuando en Europa renegaban ya de él. Y ahora Leao (que tiene por las Ligas extranjeras a Rivaldo, Roberto Carlos o Cafú) decide hacer la “revolución” con Leomar, Mineiro o Alessandro, rebautizados como “piernas de palo”.

El empate a un gol ante la selección peruana ha sido la gota que colmó el vaso. No quiero ni pensar que Brasil se quede fuera del próximo Campeonato del Mundo, aunque el señor Leao debe saber que la cirugía estética ha avanzado mucho y ya ni siquiera se notan las cicatrices. Para él supondrá un clavo —que además está ardiendo— agarrarse a la “doble erre” de la Liga española: Rivaldo y Roberto Carlos; en ambos casos deberá emplear buenas dosis de diplomacia porque están un poco hartos de lo que ocurre en su país.

Por eso decía que sería bueno que Camacho cambiara su banquillo con Leao; el brasileño se vendría a España para hablar de los problemas económicos de los periodistas, y nuestro seleccionador cogería el próximo avión con destino a Río de Janeiro para leer diariamente titulares como este: “Sin equipo, sin talento y sin vergüenza”. Conclusión: aquí somos todos unos benditos.

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