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El 1 de octubre de 1975, Muhammad Ali y Joe Frazier se las tuvieron tiesas sobre un cuadrilátero en Manila. Es imposible no caer en la tentación de pensar que Silvester Stallone basara en parte su película "Rocky", ganadora de tres Oscars, en aquella pelea histórica. La frase que definió el combate entre Rocky Balboa, el desconocido "potro italiano", y Apolo Creed, el campeonísimo sensacionalmente interpretado por Carl Weathers, fue aquella que, tras retener el título, repetía incesantemente éste último: "No habrá revancha, no habrá revancha"... En el combate real, la frase que pasó a la historia fue la que dijo Eddie Futch, entrenador de Frazier, que se viera abocado a parar la pelea en el decimocuarto asalto: "En ese momento pensé: Joe es un buen padre, y quiero que vea crecer a sus hijos". Fue aquella una decisión difícil, inteligente y valiente, y le supuso el respeto de toda la familia del boxeo. Este jueves, el señor Eddie Futch ha muerto en su residencia de Las Vegas a la edad de 90 años.

Futch llevaba ya retirado algún tiempo. La Asociación de escritores americanos le eligió "mánager del año" en 1975, y posteriormente "entrenador del año" en 1991 y 1992. Por sus manos pasaron 20 campeones del mundo, cinco de ellos de la categoría de los pesos pesados: Larry Holmes, Joe Frazier, Riddick Bowe, Michael Spinks y Trevor Berbick; pero también Bob Foster, Montell Griffin, Alexis Arguello o Don Jordan, que fue su primer campeón allá por 1959. El maestro de los entrenadores fue campeón de los "Guantes de Oro" y tuvo el privilegio de entrenar al lado de Joe Louis, en un gimnasio de Detroit, a principios de la década de los 30.

Suelen decir que los grandes campeones del motociclismo no ganan sus carreras cuando pisan el acelerador sino cuando lo frenan. Desde el 1 de octubre de 1975, Futch fue famoso por el trato exquisito y humano que dispensó siempre a todos sus discípulos. Aquel ojo "a la funerala" de Frazier amenazaba tormenta, sería un objetivo débil y seguro por el que penetraría una y otra vez el más grande, y Eddie lo sabía mejor que nadie. Mientras en un rincón, Angelo Dundee le gritaba a Ali: "Sólo te pido que te levantes; él no podrá hacerlo", en el otro, Futch consolaba a Frazier: "La pelea se terminó, Joe, la pelea se terminó". Luego Ali le dijo a Frazier: "al fin estamos libres". Tú sí que sabías, Eddie Futch.

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