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Juan Manuel Rodríguez

¿Lo verá el nieto de Figo?

Al paso (lento, un paso de entierro) que vamos, no me extrañaría nada que fuera el nieto de Figo y no Josep María Coronas –jurista y secretario general de la junta directiva del Barcelona– y mucho menos José María Aznar –actual presidente del Gobierno, madridista y aludido directamente por el anterior como verdadero juez del caso que nos ocupa– quien viera, allá por 2050, una resolución para el bochornoso caso del "cochinillo volador" del 23 de noviembre de 2002. El día de autos, y para recibir al futbolista portugués, no sólo la cabeza del animal en cuestión sino botellas de "JB" y otros elementos variados cayeron sobre el césped del Camp Nou con la complacencia y posterior justificación de Joan Gaspart, el peor presidente de la historia del Fútbol Club Barcelona.

Y aquí nos hallamos de nuevo, ciento veintitrés días después de aquello, sin que el Camp Nou haya sido cerrado después de que el Comité de Competición ("Comité 1") sancionara al estadio barcelonista con dos partidos de clausura. No fue hasta el pasado lunes que la directiva azulgrana recibió la carta certificada que ratificaba aquella decisión por parte del Comité Español de Disciplina Deportiva ("Comité 3"). Ahora el Barcelona, empleando lícitamente todas las argucias que la ley pone a su alcance, agotará a su vez los treinta días que tiene de plazo para interponer un recurso de reposición. El Barcelona no busca justicia y no creo siquiera que piense que puedan reducir la sanción. ¿Qué quiere entonces?... Jugar en su estadio contra el Deportivo de La Coruña y la Real Sociedad.

Me pregunto qué habría sucedido si el 23 de noviembre se hubiera producido un hecho irreparable en el Camp Nou, por ejemplo un muerto. ¿Qué habría pasado? ¿Seguiríamos esperando una resolución?... Y lo que es peor, ¿es necesario que maten a alguien en un campo de fútbol para que las autoridades tomen cartas en el asunto? Recuerdo que aquel Barcelona-Real Madrid resultó tan bochornoso que, justo al día siguiente, se habló de reformas inmediatas en la Ley del Deporte; una de ellas consistía en la inmediatez en la aplicación de las sanciones. Terminó noviembre, celebramos las navidades, llegaron la cuesta de enero y las rebajas de febrero, pasó de largo el carnaval y nos preparamos ahora para vivir la semana santa. Llegará otro verano y el 2004 y, después de muchos inviernos, el nieto de Figo, ya crecidito, verá cómo cierran (o no) el Camp Nou. Eso sí, a los directivos culés no les da, como a Sestao y Nastic, por explorar el apasionante mundo de la justicia ordinaria en cuyo caso tendríamos que irnos mucho más allá en el árbol genealógico del famoso jugador portugués.

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