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Juan Manuel Rodríguez

Los mejores asaltos de la historia: Jack Dempsey-Jess Wilard

Todo el mundo habló de tongo ya que existe una excepcional fotografía que muestra claramente a Johnson en el suelo, mirando hacia arriba e impidiendo con el brazo que el sol le hiciese daño en los ojos

El 4 de julio de 1919, en el primer combate radiado de la historia, Jack Dempsey, conocido como "el martillador de Manassa", tumbó siete veces –¡siete!– en el mismo round (el primero además) a Jess Wilard en Toledo, (Ohio) en lo que más tarde sería conocido popularmente como la "carnicería de Toledo". Luego Willard, supongo que para justificarse, argumentó que Dempsey había espolvoreado el vendaje con "emplaste de París" y más tarde había echado agua con objeto de endurecerlo al máximo. Lo del emplaste no se puede confirmar, pero sí lo último: los puños de Dempsey, que sería el primer púgil en cobrar una bolsa de un millón de dólares, debían estar duros como dos piedras con garfios.
 
Sin querer tomar partido por nadie, yo sinceramente no me creo que a Dempsey le hiciera falta recurrir a ninguna treta oculta para pegarle una paliza a Willard. De hecho, existe una buena explicación para las espectaculares siete caídas de Willard a la lona que quizás llamen mucho la atención al lector que no haya presenciado el combate. En 1919, cuando un boxeador tumbaba a otro, el árbitro no paraba la pelea para iniciar cuenta alguna. En las imágenes de Toledo puede observarse cómo Dempsey, tras tumbar repetidamente a Willard, persigue por todo el ring a su rival igual que haría un lobo con un conejo para, cuando éste trata en vano de ponerse en pie, volver a golpearle con el consentimiento del árbitro que lo sigue todo de cerca. Eso ahora no sucedería jamás. Y es que las reglas del boxeo, como todo en la vida, fueron evolucionando también.
 
Willard, por cierto, se hizo muy popular tras derrotar al gigante Jack Johnson en La Habana. Johnson había sido el primer boxeador negro en conquistar el cetro mundial de los pesos pesados tras vencer al canadiense Tommy Burns en Sydney (Australia). Y existe un dato anecdótico (y vivamente polémico todavía hoy en día) surgido alrededor de aquella pelea. Todo el mundo habló de tongo ya que existe una excepcional fotografía que muestra claramente a Johnson en el suelo, mirando hacia arriba e impidiendo con el brazo que el sol le hiciese daño en los ojos. Esa no es, en absoluto, la reacción de un boxeador que acaba de ser noqueado (si alguien quiere ver la fotografía, ésta se encuentra en la página 90 de "An illustrated history of boxing" de Nat Fleischer y Sam Andre). Me imagino que en un momento tan complicado como ése –se supone que Johnson estaba grogui– lo que menos debe preocuparte son los rayos del sol.

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