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Siempre me hago un lío con Lendoiro, no sé si es Augusto César o César Augusto. Tanto monta, monta tanto porque el asunto que nos ocupa no es el nombre de pila de Lendoiro sino su segundo apellido. ¿Cual es el segundo apellido de Lendoiro? ¿No será Menem por un casual? ¿No se llamará Augusto César o César Augusto Lendoiro Menem? ¿Nadie ha sopesado la posibilidad de que los Menem argentinos descendieran de otros Menem gallegos y que estos extendieran su gafe por La Coruña? Lo digo porque la última vez que el presidente del Deportivo salió al extranjero su equipo perdió por 5-1 ante el Arsenal en Highbury. Ayer volvió a probar suerte y el Mónaco le marcó ocho, convirtiéndose la del Principado en la mayor goleada encajada por el club desde hace cincuenta y un años. Por eso me pregunto si será una circunstancia casual o si, tras emigrar a Argentina, una pequeña rama de los Menem permaneció en Galicia. ¡Que no viaje más el presidente por Dios!
 
Del 8-3 de Mónaco hay que sacar varias conclusiones. La primera que se me viene a la cabeza es que si al Real Madrid le marcan la mitad de goles (sólo 4) hoy la bandera española ondea a media asta y se están pidiendo las dimisiones de Florentino Pérez y, con carácter retroactivo, la de Lorenzo Sanz desde el año 1995. El Deportivo de La Coruña no puede encajar jamás en la vida ocho goles, y mucho menos en la Champions League. Por eso no me creo la zarandaja que contó Irureta diciendo que sólo eran tres puntos. Una derrota de esas características tiene que traer consecuencias a la fuerza.
 
Y no sé si la primera de esas consecuencias se produjo precisamente en el descanso (5-2) del partido. Irureta hizo un cambio sorprendente quitando a Molina y colocando a Munúa bajo los tres palos. Salvo que Molina estuviera lesionado o especialmente tocado por la "manita", el cambio de Irureta deja en muy mal lugar al portero titular del equipo y con el que el Deportivo va a tener que luchar por Liga y Champions. El portero no suele ser sustituido justamente por eso y puede ser interpretado como un pulso del entrenador a uno de los "pesos pesados" del vestuario. Como era previsible Munúa no evitó que el equipo francés siguiera marcando goles y aquello acabó como acabó. Un escándalo de partido.
 
Supongo que todos querrán olvidar cuanto antes lo que pasó en Mónaco, y por eso me llama la atención todavía más lo acontecido con Molina. O el portero estaba lesionado o ese vestuario –tradicionalmente rebelde– puede acabar saltando por los aires.

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