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"¿Quién se ha llevado mi queso?" es uno de los bestsellers del año 2001 que ahora termina. En él, Spencer Johnson utiliza metafóricamente el "queso" como materialización de aquello que anhelamos tener a lo largo de nuestra vida. El "laberinto" representa el lugar donde buscamos el dichoso "queso". Pero ¿qué pasa cuando uno tiene mil "quesos" y tan sólo un "laberinto"? Si no se le tuercen las cosas (en forma de inoportuna lesión o bajón en su forma física o mental) Raúl González Blanco acabará siendo el futbolista español más importante de toda la historia. Más que Luis Suárez. Incluso más que Paco Gento. Mucho más decisivo, en cualquiera de los casos, que Emilio Butragueño, con quien, yo creo que equivocadamente, pretenden compararle a todas horas. Los únicos "parentescos" que tienen el "buitre" y Raúl son el Real Madrid y su espectacular irrupción en el primer plano futbolístico español. Por otro lado, Butragueño caía francamente bien y Raúl cae generalmente muy mal.

El nombre de quien le quite ahora a Raúl, a la espera de una confirmación definitiva, el "queso" del "balón de oro" no tendrá especial relevancia. De repente ha surgido de la nada una fortísima corriente de opinión favorable a Oliver Khan (se premiaría así al Bayern Munich, campeón de Europa, y, creo que también por primera vez, a un portero); pierden fuelle Owen o Totti, y se "aparca" a Raúl. Da igual. El del alemán sería un "queso político", algo así como el premio Irving Thlaberg a toda una carrera, el "hasta la vista baby" de la Academia de Artes y Ciencias Futbolísticas. La (carrera) de Raúl es irrefrenable y no ha hecho más que empezar.

Raúl irá obteniendo triunfos a lo largo de una trayectoria profesional caracterizada, antes que nada, por una ambición personal a prueba de bombas. El deportista sabrá digerirlos como hasta ahora; el ser humano, lo desconozco. A aquel chaval a quien hizo debutar Jorge Valdano le han pasado muchas cosas hasta convertirse en el futbolista contrastado que es hoy. Yo creo que el ejemplo de "ratón" perfecto lo tiene en su propio vestuario: el internacional francés Zinedine Zidane supone la combinación más gratificante entre un extraordinario jugador y una persona atenta. Ese es, si me lo permiten, el único "queso" que todavía le queda pendiente al delantero madridista.

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