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Felines, el mítico ex jugador del Rayo Vallecano que ahora entrena al Getafe, me sorprendió mucho el otro día al decir que todos los futbolistas eran unos mentirosos (se entendía que sobre el campo). Y no me sorprendió porque no fuera cierto lo que aseguraba con su vehemencia habitual el bueno de Félix, sino porque tenía más razón que un santo y porque, hoy por hoy, la verdad está en desuso. El jugador se empeña en engañar al árbitro que, viendo los precedentes, tiende a ser receloso sintiéndose como un bicho raro, una especie en extinción, una pieza que encaja de mala manera en el "puzzle".

La consecuencia de ese recelo es que el árbitro tiende a equivocarse con mayor asiduidad, mostrándose en el ejercicio de su trabajo peor de lo que realmente pudiera ser. El colectivo se blinda contra las influencias exteriores porque el público también quiere engañarle, y fruto de esa obsesión se acentúan las injusticias del reglamento. ¿Un ejemplo? Vamos con ello.
Este domingo, Pablo Alfaro, rocoso defensa del Sevilla, le rompió el tabique nasal a Aguilera, capitán del Atlético de Madrid. Alfaro no vio ni siquiera tarjeta amarilla, mientras que Fernando Torres fue expulsado por doble amonestación, la segunda de las cuales fue producto de un "piscinazo" de la nueva estrella rojiblanca. Nos encontramos, por tanto, con que el próximo domingo no podrán jugar con su equipo ni Aguilera ni Torres, pero el único jugador que merecía realmente ser expulsado -el citado Alfaro- sí podrá hacerlo defendiendo los colores del Sevilla.

Pero lo peor no es eso. Está claro que Alfaro no quiso romperle la nariz a Aguilera, (en caso contrario estaríamos hablando de un auténtico delincuente), pero como aquí todo vale, y no contento con su "proeza", Pablo afirma con total impunidad que él extendió el brazo y Aguilera le golpeó con la nariz. Supongo que los aficionados atléticos estarán indignados con dicha afirmación pero, lamentablemente, seguro que la mayoría de seguidores sevillistas pensarán que su futbolista tiene razón y que el defensa colchonero le arreó un "narizazo" a su codo. Desgraciadamente la verdad depende del color, del estadio y la hinchada de que se trate.

Y que nadie piense que los medios de comunicación quedamos impunes en toda esta historia. Obligados a dar noticias, forzados a introducir nombres y más nombres en la máquina trituradora, los periodistas ofrecemos la correspondiente carnaza a nuestros oyentes, lectores o televidentes. Acabamos todos los veranos con el abecedario de jugadores europeos y los colocamos en el Real Madrid, Barcelona o Deportivo de La Coruña. ¿Que luego no se confirma la noticia?... ¿Quién la dio, dónde está?... Pío-pío porque, curiosamente, yo sólo doy aquellas noticias que quedan posteriormente confirmadas.

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