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Juan Manuel Rodríguez

Mil doscientos doce leones

Estamos en el año 2001 después de Jesucristo. Toda la Europa futbolística está ocupada por los jugadores extranjeros... ¿Toda? ¡No! Un club poblado por irreductibles vascos resiste todavía —y siempre— al invasor. Seguro que Goscinny y Uderzo no pensarían jamás que el tradicional prólogo de su universal Astérix pudiera ser aplicado alguna vez al mundo del fútbol. Sacado de su contexto, eso de "resiste todavía y siempre al invasor" podría ser considerado hoy, tal y como está el patio, "políticamente incorrecto". Pero creo que la tenacidad deportiva del Athlétic Club de Bilbao está maravillosamente captada por esas palabras. El aliento de los Tiko, Yeste, González o Guerrero no procedería, como en el caso de Obelix, Abraracurcix o Asuracenturix, de una poción mágica, sino de una filosofía indomable, un estilo diferente de hacer las cosas. Y eso está bien. Muy bien, me atrevería a decir.

La última vez que estuve en Bilbao con El Tirachinas (con la presencia del ex presidente José María Arrate y Chechu Rojo, por aquel entonces entrenador del equipo) se me ocurrió argumentar si, llegado un caso hipotético, el Athlétic no estaría dispuesto a cambiar idealismo por goles, quinta esencia por Champions League... Aquello se vino abajo. Simplemente se desplomó. En primera instancia, no me contestaron el directivo o el profesional del fútbol, sino el pueblo, la gente de la calle, los leones de Bilbao. Jamás habría canje. Nunca.

Javier Uría Etxebarría sustituyó en la presidencia al afable José María Arrate. Se produjo un cambio de hombres, aunque el ideario continúa intacto. Este club irrepetible y, en este preciso instante, también competitivo en la "Liga de las estrellas" bajo la dirección de Jupp Heynckes, irrumpe en el siglo XXI con algunas ideas que me han llamado la atención. La primera fue la de un equipamiento perteneciente a su propia marca, huyendo de los cambios estratégicos de las casas deportivas más rimbombantes. La segunda, la decisión de que la tradicional camiseta rojiblanca la portara sólo el primer equipo. La última se ha producido hoy mismo: en el póster oficial de la temporada 2001-2002, los protagonistas han sido 1.212 socios del club. El premio más inteligente para la afición más resistente.

No hace falta que lo vea Uría, lo compruebo yo desde Madrid. Ese club es indomable por sus socios, por esos 1.212 leones (sin comillas, por favor) dispuestos a rugir al primer pardillo que, como fue mi caso, propusiera, desde la más supina de las ignorancias, pujar por un estilo. "A la una, a las dos, a las tres... ¡Adjudicado!" Pero La Catedral no es Sotheby's, ni San Mamés un autorretrato de Van Gogh. Algunas ideas no se compran.

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