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La Copa América deja aún algún resquicio para el milagro. Resulta impensable que Chile, México o Uruguay lograran hoy en día un Campeonato del Mundo y, por eso mismo, debe ser que a Adolfo Horma —presidente en 1916 de la Asociación Argentina de Fútbol— se le ocurriera, con la inestimable colaboración del “todoterreno” Héctor Rivadavia, adelantarse a los futuros acontecimientos. Porque convendrá decir que, desde que desapareciera el Campeonato Británico que enfrentaba a Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales, la Copa América es el torneo internacional más antiguo del mundo. Naturalmente más que el Mundial. Mucho más que la Eurocopa en la que, todo sea dicho de paso, también cabe algún milagrito que otro.

La nueva Colombia de “Pacho” Maturana ha aprovechado que la cuadragésima edición de la Copa se disputaba en casa para colarse por un agujerito. Con la voluntaria ausencia argentina y la sorprendente y tempranera eliminación de Brasil, Colombia fue haciéndose fuerte poco a poco para acabar venciendo en la final a una selección mexicana muy timorata, demasiado cobarde. Desde 1916, Uruguay y Argentina han ganado el campeonato en 14 ocasiones, mientras que Brasil es tercero con 6. El resto (la “rasca del chivo” que diría un jugador de mus) se las han repartido entre los demás. Milagro escaso, pero milagro al fin y al cabo ¿no?
Mis temores expresados en otro artículo anterior se han visto, afortunadamente, disipados. Salvo el tortazo que se pegó un paracaidista sobre el césped de El Camín no hubo ninguna noticia reseñable al margen de la actividad futbolística. Colombia se aprovechó de la experiencia de Maturana, el “rey de la zona”, y del talento del nuevo Valderrama, Giovanny Hernández, un jugador fino que —como los más grandes— lo piensa todo cinco segundos antes que el resto. Los mexicanos, por cierto, quisieron romper su don a base de tortazos (nuevamente como les sucede, sin exclusión, a los más grandes).

Ahora dicen que Ángel María Villar podría haber “pedido la vez” para organizar en España una Copa América. Parece que Nicolás Leoz, presidente de la Confederación Sudamericana, le sugirió la idea además de volver a invitar a nuestra selección de cara a la edición de 2003 en Perú. Habría que cambiarle el nombre al campeonato y buscar fechas libres debajo de las piedras aunque, por otro lado, sería otra oportunidad más de ganar algo. Si El Camín tuvo su milagro, no sé por qué no lo pueden tener también el estadio Santiago Bernabéu o el Nou Camp.

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