La dolorosa (puesto que deja al Valencia fuera de la Champions League) derrota del martes en Mestalla constata un hecho cierto: al entrenador Claudio Ranieri se le ha ido el equipo de las manos. Es más, a Ranieri se le ha ido de las manos el propio Ranieri, dejando al club que le paga en clarísima evidencia. Es comprensible, aunque no justificable, que Angulo pierda los nervios, pero... ¿también el entrenador? Ranieri, que posteriormente, como no podía ser menos, ha pedido perdón por sus palabras, justificó la agresión sufrida por el árbitro sueco Anders Frisk al decir que entendía que le hubiesen abierto la cabeza en el estadio Olímpico de Roma. No me atrevo a seguir, por considerarlo mortalmente aburrido, el hilo argumental del técnico valencianista, y supongo que ahora le castigará duramente la UEFA, aunque también debería hacerlo su propia empresa, el Valencia.
Parecía que el equipo remontaba el vuelo, pero lo cierto es que Ranieri sólo ha acertado cuando se ha dedicado a rectificar. Debe ser profesionalmente duro para él, pero la verdad es que cuando el Valencia jugó al "estilo Benítez" lo hizo bien, mientras que cuando el "dibujo táctico" se asemejó más al que pretende Ranieri el juego exhibido por el Valencia quedó sumido en un profundo pozo futbolístico. Anoche, en "El Tirachinas" de la Cadena Cope, Javier Clemente me recordaba que Benítez también lo pasó muy mal y que incluso estuvo a sólo cuarenta y cinco minutos de ser despedido. Es cierto. En Mestalla resonaba el "¡Benítez vete ya!", pero es que ahora sólo se escucha el sonido del silencio. Y, de vez en cuando, alguna patochada del calado de la que dijo Ranieri ante los micrófonos del periodista de Canal Plus. Es un notable insulto a la inteligencia dirigir la eliminación del Valencia en la Champions hacia la actuación del árbitro. Si se ha quedado fuera el Valencia de Ranieri es sencillamente porque cada vez se parece menos al Valencia de Benítez. El italiano ya ni siquiera rectifica y eso le pasa factura al fútbol de su equipo.