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Juan Manuel Rodríguez

Muchos goles y pocos testes

Pedro Tomás, presidente de la patronal del fútbol, quedó magníficamente retratado en el "fotomatón" de El Tirachinas de la Cadena Cope cuando, intentando en vano defender lo indefendible, alegó motivos "prácticos y técnicos" para no aplazar la jornada de Liga del pasado fin de semana. Se jugó la Liga y por lo tanto el producto final fue, para vergüenza de quien esto escribe, exactamente el mismo, aunque el orden en que el señor Tomás nos expuso los factores que le condujeron a su decisión final sí alteró en cierto sentido ese resultado último. Lo que nos dijo el máximo responsable de la Liga de Fútbol Profesional fue, primero, que estudiaron el tema de las fechas y, después, que habían pensado que el mejor homenaje que se podía rendir a las víctimas del salvaje atentado era jugar el campeonato. Primero el calendario, y luego el homenaje.
 
En la interesante tertulia que sucedió a la intervención de Pedro Tomás hubo algo de lo que dijo mi compañero Quique Guasch que me hizo reflexionar: ¿Servía para algo el debate en sí?... Naturalmente que sí servía. El que nuestro deporte se hubiera paralizado este trágico fin de semana no resucitaría a los muertos ni hubiera recuperado milagrosamente a los heridos; no se podía volver atrás. Pero no logro quitarme del paladar ese sabor amargo de que la autodenominada "mejor Liga del mundo" no estuviera a la altura de los médicos, ATS, bomberos, psicólogos, taxistas y ciudadanos anónimos que respondieron como un sólo hombre para ayudar a aquellos que lo necesitaban en ese momento. Muchos goles y pocos testes para no pensar en las posibles consecuencias que podría acarrear un aplazamiento.
 
En cuanto a la reflexión que esta manaña mismo ha efectuado a propósito de idéntico asunto Juan Antonio Gómez Angulo, secretario de Estado para el Deporte en funciones, creo a pies juntillas en la buena fe de su argumentación, ("era un homenaje a las víctimas") aunque sigo sin lograr explicarme cómo es compatible que la misma persona que montó en excesiva cólera porque un trompetista australiano se equivocó de himno en la final de la Copa Davis de tenis, luego no fuera capaz de parar el deporte en España cuando unos criminales acababan de asesinar a doscientos compatriotas nuestros. En cualquiera de los casos tengo la esperanza de que sus razones no fueran, como nos expuso negro sobre blanco Pedro Tomás que sí sucedió con la Liga de Fútbol Profesional, "prácticas y técnicas" sino simplemente humanitarias.

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