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Juan Manuel Rodríguez

Penúltima pantomima de los millonárbitros

Nos quedamos nuevamente con las ganas. No habrá huelga. Y no será porque no les animamos a ello. Yo, modestamente, llevo siete días jaleándoles.

La única estrategia que logro adivinar tras el paripé organizado a última hora de la noche del jueves, por esta curiosa Comisión Arbitral, es la de otorgar a su decisión final sobre la huelga de una pátina de independencia de la que, como todo el mundo informado sabe, carecen en estos momentos los colegiados españoles de Primera y Segunda División. Tras la aceptación (rendición me atrevería a decir) por parte de la Liga de Fútbol Profesional tanto del fondo (la cantidad adeudada) como de la forma (abonarla pasando por el embudo federativo) de la cuestión, y la posterior desconvocatoria de la huelga por parte de la Federación Española de Fútbol, los árbitros quisieron hacernos ver a todos que ellos sí tenían personalidad propia al margen de la federativa y que, por mucho que insistiéramos, no constituían en modo alguno el "brazo armado" de Ángel María Villar. La pantomima que se les ocurrió (probablemente al propio Eduardo Iturralde González) fue la de retrasar su decisión hasta el viernes a las dos de la tarde. ¡Qué tensión madre mía! ¡Qué nervios!

Y los árbitros españoles dijeron el viernes 31 de marzo lo que ya sabíamos todos que dirían desde el pasado domingo. Esto es, que no habrá huelga arbitral. La salida de pata de banco de Iturralde no consiguió embaucar a nadie y si algo queda meridianamente claro tras esta crisis chorra que se han traído entre unos y otros es que los árbitros dependen directamente de la Federación que preside Ángel Villar. Eso y, naturalmente, que estos tipos no se merecen el esperpéntico homenaje, con niños vestiditos de negro incluidos, que les han venido tributando últimamente. ¿El día del árbitro? Resulta que para estos caballeros todos los días son fiesta y lo que tendrían que estar haciendo, en lugar de tocar las narices, es prepararse a fondo para no armar la gorda en las pocas jornadas de campeonato que todavía quedan por delante. Eso, y dar gracias desde que se levanten hasta que se acuesten porque les sigan consintiendo arbitrar partidos en la mejor Liga del mundo.

Nos quedamos nuevamente con las ganas. No habrá huelga. Y no será porque no les animamos a ello. Yo, modestamente, llevo siete días jaleándoles. Ahora tendríamos que ser todos, desde los futbolistas hasta los aficionados, quienes les montáramos a ellos una huelga salvaje. En un mundo tan profesionalizado como el del fútbol, con tanto dinero en juego, habrá que exigirles también a estos millonárbitros que estén a la altura de las circunstancias. Esa es otra de las revoluciones pendientes que tiene la patronal. Quien paga puede exigir. Y quien no pueda cumplir que se dedique a otra cosa. Por cierto, ¿dónde estás Victoriano? ¿Dónde estás que no te veo?

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