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Juan Manuel Rodríguez

Por el alma de Duncan Edwards

Bobby Charlton reconoce sin rubor que el único futbolista ante el cual se sintió de verdad en clara inferioridad fue Duncan Edwards, una de las diecinueve víctimas de la tragedia aérea del Manchester United. El joven capitán de la selección inglesa es definido así por uno de los goleadores más importantes de toda la historia: "bueno con la derecha, bueno con la izquierda, con un extraordinario remate de cabeza y muy sólido en defensa. Era capaz de ponerte un balón a sesenta metros de distancia". A punto de morir en el hospital Rechts de Isar, Edwards le dijo a Jimmy Murphy, ayudante del mítico entrenador Matt Busby, lo siguiente: "¿A qué hora es el partido contra los Wolves? Ese no me lo quiero perder de ninguna forma".

Charlton se salvó de aquella tragedia, y junto a él lo hicieron también el propio Busby y los jugadores Harry Gregg, Berry y Blanchflower. Murieron Mark Jones ("muy duro en el campo pero todo un caballero"), Eddie Colman ("pequeño y regateador; le llamábamos caderas móviles"), Whelan, Roger Byrne (uno de los capitanes de Inglaterra), Geoff Bent ("lateral izquierdo y muy fuerte en defensa"), David Pegg (lateral izquierdo) y Taylor, además de ocho periodistas y tres directivos del club. Desde el hospital de Alemania, Busby mandó un mensaje a todos los aficionados del Manchester: "damas y caballeros, les hablo desde una cama en el hospital de Munich. Después del accidente sufrido hace aproximadamente un mes les gustará saber que los jugadores que quedan y yo mismo nos estamos recuperando poco a poco". El nuevo Manchester United se edificaría con Busby en el banquillo y Charlton sobre el terreno de juego.

La tragedia de aquel equipo mítico, de la que ahora se cumplen 45 años, no fue la tragedia de un equipo o un país sino del fútbol mundial. El Manchester amenazaba seriamente el dominio del Real Madrid en Europa y, de no haber sido por aquello, la historia podría haberse escrito de forma muy distinta. Quizás. Quien sabe. En la iglesia de St. Francis existen dos vidrieras con la efigie del añorado Edwards. En ambas aparece vestido de futbolista y en una de las inscripciones puede leerse "aunque haya muchos cuerpos, sólo hay un alma". El pequeño Bobby iba al campo para ver de cerca a Stanley Mathews, cada uno de sus movimientos, sus regates y sus remates. "¿Por qué es tan bueno?, me preguntaba. Quería observarlo y resolver aquel dilema". Al ilustre superviviente de aquel vuelo maldito sólo le quedaba ser el mejor. Por Duncan Edwards y sus otros compañeros.

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