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El otro día Joaquín de Jesús Caparrós Camino (que no es un personaje de "Cien años de soledad", sino el entrenador del Sevilla) decía que sólo quedaban dos plazas por decidir en el ascenso a Primera División. De las tres, una la aseguraba para el Atlético de Madrid por el artículo 33. Afirmaba eso de forma y manera tajante pero sin aportar ni una sola prueba al respecto. O lo que es lo mismo: el entrenador del Sevilla estaba injuriando a un rival directo. Lo mismo que el curioso Pepe España; el presidente del Recreativo de Huelva abría su guiñol para quejarse amargamente de los presuntos favores arbitrales recibidos por el equipo madrileño. Igual que el técnico del Tenerife, Rafa Benítez, que en el fragor de la batalla ha ido perdiendo su señorío dejándose llevar por el toque de corneta. Lo cierto es que el Atlético de Madrid sólo pudo empatar ante el Lleida, ya descendido a Segunda B, y se aleja del sueño de recuperar la categoría. El artículo 33 no funcionó, el árbitro se equivocó en contra del "grande" y si hubo tráfico de primas sólo llegaron a Lleida.

Hace algunas semanas –absolutamente desesperado por los rumores que le llevaban de un club a otro– Héctor Cúper se preguntaba lo siguiente: "¿Qué hago si mañana mienten sobre mis tendencias sexuales?" Y tenía razón. ¿Qué hacer? ¿Cómo defenderse de algo que no es verdad? Hemos bajado tanto el listón que ahora mismo no existe el más mínimo rigor. Seguro que Caparrós sabía que estaba mintiendo; lo mismo que España o Benítez. Todos ellos (y alguno más que se subió después al carro) empleaban sus declaraciones como un sistema paralelo de presión. Y el caso es que este fin de semana ganaron Sevilla, Tenerife y Betis, y sólo empató el Atlético de Madrid. ¿También por el artículo 33?

Habrá quien piense –no sin alguna razón– que Jesús Gil está probando ahora su propia medicina. El presidente del Atlético de Madrid tiene tras de sí un larguísimo repertorio de acusaciones variadas, todas ellas sin aportar la pertinente prueba. ¿Pasó algo? Nunca. Daba igual. Como cuando el forense Alfonso Cabeza estuvo año y medio advirtiendo que tiraría de la manta. ¿Tiró? En absoluto. Todavía le estamos esperando. Hace poco –el Atlético estaba luchando aún por evitar el descenso– me juró que era imposible que el club bajara a Segunda: "Está claro ¿no?". No estaba claro en absoluto, más bien estaba oscuro.

En el tiempo que llevo dedicado al periodismo deportivo me han ofrecido fotografías, documentos explosivos, pruebas irrefutables y hasta vídeos. Me los han ofrecido, aunque nunca he podido verlos. Mientras Cabeza tira de la manta y Caparrós localiza al notario que dio fe de la existencia del artículo 33, recuerdo el "Así, así, así gana el Madrid" que le cantan al Real por media España exclusivamente cuando vence a su rival (a veces incluso cuando empata). El cántico surgió un buen día en El Molinón. Pero en realidad todo es mucho más sencillo: gana quien tiene los mejores futbolistas. Así de fácil o así de complicado. Y, hoy en día, así de caro.

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