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Juan Manuel Rodríguez

¿Por qué le llamamos tenis?

¿Por qué le llamamos tenis cuando en realidad queremos decir sexo?... Una ola solidaria recorre las pistas del mundo, algo así como una espontánea ONG tenística que sustituye la tradicional "ola" por ese espíritu colectivo que empuja a la rusa Anna Kournikova a ganar un torneo, sólo uno, por favor, aunque sea el primero y último, anda, pórtate... Pero nada, que si quieres arroz Catalina. Por mucho que los fans de la ninfa rubia pretendemos que la fuerza la acompañe en cada uno de sus golpes, sólo la acompañan -eso sí, las veinticuatro horas del día- su incomparable belleza y sus largas y torneadas piernas. Y por eso me pregunto una y mil veces ¿por qué le llamamos tenis cuando en realidad queremos decir sexo?

Las marcas de prendas deportivas que sostienen la desastrosa pero afrodisíaca carrera de Anna no sólo no están preocupadas sino que la alientan, organizando "clinics" como el que acaba de celebrarse en Zaragoza. Y el público maño, contagiado por ese espíritu al que hacía antes referencia, prefiere la victoria de la rubia antes incluso que el de la morena, que es de la tierra. Soy poco optimista al respecto. Si ni siquiera ha sido capaz de vencer a Conchita Martínez, que está de vuelta de todo y que de cuando en cuando continúa marchándose mentalmente de la pista para regresar más tarde, totalmente fuera de juego, absorta y hundida, no creo que Kournikova esté en condiciones de plantarle batalla tenística a nadie. No quiero ni pensar qué podría ocurrirle a Anna si la encerraran a ella solita con una mala bestia como la Williams (Venus o Serena, cualquiera de esas dos auténticas fieras corrupias); simplemente la destrozarían, se la comerían viva. ¿Cómo encontraría el camino de salida la pobre?

Pero el fenómeno Kournikova –único en su género- es imparable, y sus tozudos y reiterados fracasos deportivos son inversamente proporcionales a sus millonarios ingresos. Para mí que Anna se ha equivocado escogiendo el circuito femenino, y todo ello a pesar de los innumerables mitos que circulan alrededor de la opción sexual de gran parte de las jugadoras. Sí, porque ellas miran a la pelota, mientras que cualquiera de ellos optaría, seguro, por centrarse en la envidiable anatomía rusa. Una de dos, o la Kournikova se está trabajando un aire de "lolita" ingenua que acaba de exprimir a Adidas, o realmente es más tonta de lo que parece porque insiste en decir que es famosa ¡por jugar al tenis!. ¿Por qué ella misma habla del tenis cuando tiene que saber que el resto lo hacemos de sexo? Para la historia quedan las declaraciones de nuestro secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez Angulo, cuando, inquirido por los periodistas, dijo: "esto no es deporte, claramente, pero no es malo". Para la vista, añado.

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