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Probablemente la eliminación portuguesa pase inadvertida ante los estrepitosos batacazos de Francia y Argentina, pero el equipo de Antonio Oliveira se ha marchado de una manera tristísima, acabando su partido contra Corea del Sur con sólo nueve jugadores sobre el campo, llorando, como dicen que hizo Boabdil, una eliminación que tendrían que haber evitado. Hiddink advirtió que su equipo saldría a ganar el encuentro, y eso a pesar de que no era estrictamente necesario para ellos. Los portugueses pensaron que era una fantasmada y, más aún tras la victoria de los polacos sobre los estadounidenses, se dedicaron a marear la perdiz. La autoexpulsión de Joao Pinto, absurda a todas luces, inoportuna y justo en el partido clave para su selección, empezó a marcar el principio del fin de los lusos. La vieja Portugal no cayó en la cuenta de que los coreanos eran vírgenes en "resultaditis". Ellos todavía juegan sólo por jugar, y lo hacen muy bien.

En Portugal conocen a los Figo, Baía, Couto, Costa, Pinto y compañía como la "generación invisible". Jugadores que prometieron mucho en las categorías inferiores pero que a la hora de la verdad no han logrado nada de nada. Y parece que ya es muy tarde para ellos. Luis Figo, su auténtico estandarte, tendrá 32 años en la Eurocopa y 34 en el próximo campeonato del mundo de 2006. Y si, ahora mismo, el futbolista del Real Madrid sólo es capaz de irse de los defensas que le colocan en "Nike" para sus campañas publicitarias, parece muy complicado que logre llegar en unas condiciones mínimas dentro de cuatro largos años. Efectivamente esa extraordinaria hornada de jugadores surgida en el país vecino, llamada a lograr las más altas cotas internacionales, se ha convertido desgraciadamente en una generación invisible, silenciosa y, por lo visto en el estadio Munhak de Incheon, demasiado conformista para los revolucionarios tiempos futbolísticos que corren. Una "generación X".

Otra selección de "corte tradicional" que coge las maletas antes de tiempo; y otro equipo, en este caso el surcoreano, que se cuela en una fiesta a la que aparentemente no estaba invitado. Oliveira dimitirá, como aseguran que hará próximamente Bielsa, y habrá que reciclar a muchos técnicos que suspenderían para septiembre la asignatura de "ambición". Si Occidente no les corrompe, ojito con Japón y Corea. En el Mundial que les ha tocado organizar, de momento, nos aventuramos a vivir unos emparejamientos totalmente insospechados en los octavos de final.

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