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El otro día me levanté empapado en un sudor frío y desagradable, con la cama convertida en un pequeño Waterloo. Por la estratégica situación de mi almohada, encajada entre la lamparita de mesa y el equipo de música, deducía que aquella había sido mi munición pesada. Seguí el rastro del edredón nórdico, circunstancial barricada nocturna, cuando al fin me di cuenta de que mis pies estaban en la cabecera, y la cabeza chocaba con el terco piecero de madera. Cualquiera que hubiera visto la escena se habría dado cuenta rápidamente de que yo —a pesar de mi defensa numantina— había perdido aquella batalla, fuera esta la que fuese. Sólo retengo un vago recuerdo, difuminado tras el paso de las horas, de aquello que me condujo a luchar contra los elementos.

Me pillan en la puerta, saliendo de casa. Y si no fuera porque es sábado ya habría visitado a estas horas el despacho de Garrigues Walker. Un amigo mío que es abogado —de los pobres, de los de oficio— me ha dicho que, siguiendo la estela de las grandes tabacaleras estadounidenses, podría demandar al Real Madrid por publicidad subliminal encubierta e intromisión ilícita en mis sueños. Yo no quería que Ronaldo me amargara la noche, lesionado por algún leñador disciplinado y entrenado en el “uno contra uno”, y sin embargo allí estaba, renqueante y dolido, llevándose las manos al sóleo y sin poder levantarse. Una pesadilla.

Parece que Ronaldo debutará coincidiendo con la aparición del último trabajo de la “Fundación Tony Manero”, el grupo catalán de fulk, serenando así el folclore que, según el “ajeno-a-todo” Vicente del Bosque, se ha montado alrededor del delantero brasileño. No sólo yo me encuentro al borde de un ataque de nervios, sino que Téllez, rudo pero noble defensa del Alavés, ya se ha adelantado a la jugada y, como sucede en “Minority Report” con la unidad “Pre-Crimen”, ha asegurado que si le suelta al “11” una patada que no esté en el guión y observa que éste no se mueve del suelo, cogerá un avión lo más lejos de Madrid que pueda.

No es folclore, no, querido Del Bosque. Es una desazón que nos tiene a todos, tirios y troyanos, indispuestos. Es un no sé qué cosa que no podremos quitarnos de encima hasta que Ronaldo juegue y marque, y sea feliz con su pizpireta Milene, y tengan un hijito madrileño a quien llamen Florentinito. Necesito un rápido “final feliz” para esta historia si F.P. no quiere que le demande por convertirse en el Corcuera de mis sueños. ¡Quiero que debute ya!

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