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Juan Manuel Rodríguez

Que Dios se apiade del Barça

No es ninguna casualidad que Stephen Burgen, corresponsal del prestigioso diario Times en España, haya elegido a Joan Gaspart como candidato al título de "gilipollas del año". Al parecer, Burgen llamó a Londres para consultar su iniciativa, y allí le dijeron "adelante, Stephen, estamos todos contigo". Por eso me pareció que el gran vencedor del Barça-Real Madrid fue Lluis Bassat, que será candidato a la presidencia del club azulgrana y que difícilmente encontrará algún obstáculo para conseguirla. Al Comité de Competición le falta aún definir si los hechos que se produjeron el "23-N" fueron "graves" o "muy graves", pero lo que está claro es que el Nou Camp será clausurado. Si el Real Madrid no ha presentado ninguna alegación es porque Florentino Pérez no quiere correr el riesgo de que los socios corran a Gaspart por Canaletas antes de tiempo. Es otra vieja teoría que sostengo desde hace tiempo, que don Joan es una auténtica mina de oro para F.P. El sí que es "bueeeno para el Madrid", y no aquel proyecto galáctico de Santiago Gómez Pintado.

Echo de menos, sin embargo, la intervención del Comité de Competición a la hora de meterles mano al susodicho Joan Gaspart y a Louis van Gaal. Es probable que sea la Comisión Antiviolencia la que agarre el toro por los cuernos, aunque el error de los comités federativos es irreparable: sancionan el resultado final, pero no se atreven con el origen del lanzamiento de objetos. Al decir que Figo provocó al público, Gaspart y Van Gaal estaban incitando a los suyos para que volvieran a la carga. La decisión de cerrar el estadio será correcta pero incompleta, y es que al presidente del Barcelona habría que meterle mano legal para evitar, entre otras cosas, que en el futuro le eligieran "gilipollas del año" y que otros, siguiendo su ejemplo, entraran al campo con una cabeza de cochinillo en el bolsillo. Por mucho menos que eso reprobaron a Gil; no entiendo por qué no se atreven a hacerlo con Gaspart.

Lo más triste del caso es que un club histórico como el Fútbol Club Barcelona se encuentre ahora en una encrucijada de difícil solución, muy similar a la que vivió precisamente el Real Madrid bajo la presidencia de Ramón Mendoza. En el club no existe ni orden ni concierto; no es sólo que no haya un proyecto deportivo mínimamente solvente (a Van Gaal le puede sonar la flauta, pero parece complicado), sino que a la cabeza del club no llega la sangre suficiente. La mano derecha no sabe lo que hace la izquierda, y la imagen pública del presidente echando a correr en el palco en mitad del partido, con el ministro Piqué asustado y F.P. incrédulo no tiene parangón. Por eso, el pasado sábado, escuchando en directo las explicaciones de Gaspart, dije en El Tirachinas de la Cadena Cope que lo más lógico es que éste presentara la dimisión. Y fue precisamente por eso que no lo hizo, porque era lo más lógico. Que Dios se apiade del Barcelona.

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