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Juan Manuel Rodríguez

Quiero mi caballito de madera

Hiddink nos pide a los españoles autocrítica, y sin embargo él ve la realidad a través de uno de esos espejos deformantes que había antiguamente en los circos. La imagen que le devuelve es la de un equipo pequeño que ha sabido jugarle a los grandes, una selección para la que ha sido suficiente el apoyo de la "marea roja" y tres o cuatro conceptos tácticos básicos para derribar a italianos o españoles. Pero no es así. Corea del Sur ganó a ambas selecciones, no por su fútbol, sino por los regalos arbitrales. Los coreanos quieren agradecerle a Hiddink los servicios prestados organizando tours a la casa holandesa en la que nació, o poniéndole su nombre a una calle. Él, para devolverles el favor, les mantiene en el limbo tratando de convencerles de que ganaron sobre el campo. Mentira: ganaron en los despachos, y él lo sabe mejor que nadie. Si las selecciones más fuertes hubieran conocido de antemano que en Japón y Corea se iba a jugar con "hándicap", como en el golf, a lo mejor se lo habían pensado dos veces.

Angel Villar ha presentado su dimisión como miembro de la Comisión de Arbitros de la FIFA. Al parecer el presidente de la federación española trató en vano de que no designaran al egipcio Al Ghandur como árbitro para el Corea-España. No lo logró y ahora, como medida de protesta, se marcha de la Comisión. Es un gesto de "intensidad intermedia" porque no dimite como vicepresidente de la FIFA (con lo que mantiene intactas sus posibilidades de suceder a Blatter en 2006), pero se marcha de una Comisión importante —decisiva, según se está comprobando en este campeonato— justo antes de que se disputen las semifinales. El portavoz del máximo organismo del fútbol mundial, Keith Cooper, no se ha ganado su sueldo al decir algo que firmaría el propio Perogrullo si estuviera en su puesto: "los árbitros son seres humanos". ¿Sólo los árbitros?

De todos es sabido que los países organizadores de Mundiales han gozado siempre de una "mala salud de hierro". Así sucedió con España en 1982. La diferencia es que nosotros supimos discernir la realidad de la ficción, y nos dimos perfecta cuenta de que FIFA quería que llegáramos lo más lejos posible. Quedamos encuadrados en el Grupo V que se disputó en Valencia y Zaragoza y, a pesar del favor arbitral, sólo pudimos ser segundos por detrás de la "todopoderosa" Irlanda. Luego, en el Grupo B celebrado en Madrid, fuimos los últimos tras Alemania e Inglaterra. Lo del 82, como antes lo de Argentina-78 y después lo de México-86, lo sabía (incluso me atrevería a decir que lo comprendía) todo el mundo. Lo de Corea es un escándalo. Hiddink recoge los regalos de "Blatter Noel" y nos pide a nosotros que no creamos en los Reyes Magos. Pues no: yo también quiero mi caballito de madera.

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