Raúl no mató a Manolete, tiene coartada. Cuando el morlaco "Islero" corneó mortalmente a Manuel Rodríguez Sánchez, conocido popularmente como Manolete, en la Plaza de Linares, corría el año de Nuestro Señor de 1947; teniendo en cuenta que el futbolista del Real Madrid no llegaría a este mundo cruel -existen varias biografías que atestiguan fielmente lo que digo al alcance de nuestros lectores- hasta treinta años después de que aconteciera aquel hecho ciertamente luctuoso, no existe posibilidad real alguna de que Raúl, en un descuido del público que esa tarde abarrotaba el coso jiennense, se disfrazara rápidamente de toro de la ganadería de Miura y, en un arranque de enajenación mental transitoria, decidiera atacar al famoso torero. Queda confirmado, pues, que Raúl tenía coartada y no fue por lo tanto él quien mató a Manuel Rodríguez Sánchez, "Manolete".
Conviene que quede claro este asunto de Manolete puesto que ahora está de moda achacarle a Raúl todos los males que uno pueda imaginar, desde el hundimiento del Titanic hasta el asesinato de J.F.K., pasando por la batalla de Little Bighorn. No existe cosa peor que la figura del padre del futbolista, siempre pegado a la valla, firme creyente de que su vástago es el nuevo Emilio Butragueño, preparado para discutir con el entrenador y convencido de que su hijo triunfará por pelotas. He conocido a algunos así, y ciertamente -aunque sin ellos pretenderlo- acabaron convirtiéndose en los peores enemigos de sus propios hijos. Luego, el tiempo acaba poniéndote en tu sitio; e igual tomas otro camino y terminas siendo personalmente más feliz que Ronaldinho o Zidane, quién sabe. Pero "Butragueños" hay pocos, muy pocos, para qué engañarnos.
¿Cómo no voy a comprender perfectamente que don Julián Portillo esté quemado porque su hijo haya tenido que salir del Real Madrid si un periodista escribió que Javier era el "Gerd Muller merengue"? Don Julián se lo creyó, y como su hijo venía además de batir récords goleadores en las divisiones inferiores del club no cabía en su imaginación la posibilidad de que aquel periodista estuviera excediéndose un poquito a la hora de rebautizar a su hijo. ¿Cómo no voy a justificar yo que don Julián Portillo crea que su hijo es el mejor del mundo?... Está en su obligación de padre. Pero ayer le pusieron un micrófono delante y acusó directamente al "capitán" de haber forzado su salida del Real Madrid, y ahí perdió toda la razón.
Si es cierto que Raúl tiene tal poder de decisión que acaba imponiéndole al presidente Florentino Pérez quién se queda y quién se va, Portillo lo tiene realmente crudo para volver a la "casa blanca". Ya he dicho en varias ocasiones que me parece que el entorno de Portillo le ha jugado una mala pasada. Lo que tiene que hacer ahora el chaval es demostrar en Italia lo que no demostró en España. Como ha hecho, por cierto, el propio Raúl. Sólo los más grandes acaban jugando en equipos como el Real Madrid o el Barcelona, pero el fútbol no acaba allí. Yo le diría al padre de Portillo que existe la posibilidad de que su hijo (que se ganará muy bien la vida con esto del fútbol y que terminará siendo millonario) no esté a la altura que exige el Real Madrid. Es una posibilidad ciertamente remota y minúscula, don Julián, pero sólo le pido que la contemple aunque sea sólo por un instante. Porque leyendo sólo el diario As acabará usted por creer que Javi es la nueva "saeta rubia", y ya le confirmo que no es así.