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Juan Manuel Rodríguez

Se busca "entrenador XXL"

el público del estadio Santiago Bernabéu está tan deprimido que cualquier cosa que se asemeje a algo parecido al fútbol, aunque sea de refilón, será bienvenido

Si de algo se muestra verdaderamente satisfecho Florentino Pérez es de que el Real Madrid Club de Fútbol siga perteneciendo a sus socios. Su agresiva política económica fue diseñada desde el primer día con el claro objetivo de mantener a toda costa la independencia del club. A Florentino le inquietaban sobre todo los Abramovich de turno, capaces de plantarse con su talonario de cheques en blanco y arrasar con todo. El Consejo de Administración madridista lo conforman, pues, sus sesenta mil socios. Y una mayoría abrumadora de los "consejeros" del Real tenía ya entre ceja y ceja a Vanderlei Luxemburgo, un empleado. Florentino Pérez arrasó en las pasadas elecciones a la presidencia del Real Madrid. Simplemente pasó por encima de Lorenzo Sanz y Arturo Baldasano. Aquellos mismos socios que le regalaron un triunfo abrumador le estaban exigiendo ahora la cabeza del entrenador. Y ahí está la cabeza.
 
La pregunta es la siguiente: ¿había acabado el ciclo de Luxemburgo? La verdad es que el ciclo de Luxemburgo no tendría que haber empezado nunca. No sabía mucho de la Liga española, nunca había dirigido a un club tan grande, no conocía el Real Madrid por dentro... Luxemburgo confesó en "El Tirachinas" de la Cadena Cope que le había sorprendido la llamada del Real Madrid. ¿Y a quién no? Aceptó el ofrecimiento como, antes que él, lo aceptaron también Benito Floro, Carlos Queiroz o Mariano García Remón, entrenadores a los que el puesto les venía indudablemente muy grande. Pero era un secreto a voces que aquello no funcionaría. Y a Emilio Butragueño y Arrigo Sacchi, valedores al unísono de este sorprendente fichaje, debería exigírseles también una explicación profesional.
 
Y ahora se hace cargo del equipo Juan Ramón López Caro, entrenador del Castilla. Cuando, tras el 0-3 contra el Barcelona, dejé caer el nombre de López Caro en "El Tirachinas", más de uno me miró como si fuera un extraterrestre que acababa de bajarse de su platillo volante. Está claro que López Caro es lo que se conoce en el "argot" como un "entrenador puente", pero también estoy convencido de que no lo hará peor que Luxemburgo. El público del estadio Santiago Bernabéu está tan deprimido que cualquier cosa que se asemeje a algo parecido al fútbol, aunque sea de refilón, será bienvenido.
 
Vanderlei Luxemburgo se ha equivocado tantas veces, lo ha hecho con tal tenacidad y se ha recreado tanto en sus errores que la destitución tenía que llegar tarde o temprano. Se ha quedado tan extasiado ante su ombligo que no ha tenido tiempo para aprender. Sus éxitos en Brasil eran aquí papel mojado. "Si ganamos todos los partidos uno a cero y somos campeones, la afición será feliz", tuvo tiempo de decir todavía tras la patética victoria ante el Getafe. ¡Respuesta equivocada, Vanderlei!... Hace siete años Jupp Heynckes consiguió la séptima Copa de Europa y Lorenzo Sanz le puso inmediatamente de patitas en la calle. El Real Madrid necesita mucha más talla. Me imagino que Florentino Pérez estará trabajando ya a estas alturas en la contratación de un "entrenador XXL". Y de esos hay sólo cinco en el mundo.

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