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Juan Manuel Rodríguez

Setenta mil bofetadas

Enhorabuena a los setenta mil aficionados que se dieron cita en el Santiago Bernabéu. En menos de quince minutos, de forma absolutamente ordenada y con una enorme sangre fría, desalojaron el estadio

El estadio Santiago Bernabéu es el edificio deportivo más emblemático de España y probablemente del mundo, y como tal aparece tradicionalmente como una de las dianas preferidas por las enfermizas mentes de los criminales. En 2002, cuatro horas antes de que se disputase el partido de semifinales de Champions League entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona, la banda terrorista ETA hizo explotar dos coches bomba, uno a los pies de la Torre Europa y el segundo en el número 108 de la calle de Embajadores. ETA advirtió de la colocación de los coches a través de sendas llamadas al diario Gara y al servicio de emergencias 112. En aquella ocasión dijeron que la primera explosión se produciría a las cinco de la tarde, pero el coche estalló cinco minutos antes. Al Quaeda también tenía previsto volar el estadio Bernabéu, y parece que después del 11-M ETA suspendió un nuevo atentado preparado para el mes de junio. Afortunadamente la amenaza de bomba se quedó sólo en eso, pero es inevitable que la banda terrorista tenga su ración de publicidad gratuita en las televisiones, radios y periódicos de todo el mundo.

El fútbol es el fenómeno sociológico más importante de la sociedad en que vivimos, y puede explicarlo casi todo. Un buen ejemplo de esto que digo es el libro de reciente aparición "El mundo en un balón" (Editorial Debate, 2004) del periodista Franklin Foer. Este analista político del Washington Post trata de analizar desde la perspectiva del fútbol temas tan candentes como la cuestión judía o la guerra de culturas en los Estados Unidos. El mundo es un inmenso balón, pero la violencia terrorista queda excluida de él porque la visión del fútbol es la visión de una fiesta, un espectáculo de color que no tiene nada que ver con el submundo en blanco y negro por el que suelen moverse los asesinos. Es precisamente la idea de esa fiesta lo que ETA ha pretendido aniquilar.

Enhorabuena a los setenta mil aficionados que se dieron cita en el Santiago Bernabéu. En menos de quince minutos, de forma absolutamente ordenada y con una enorme sangre fría, desalojaron el estadio. Lo hicieron en paz y con cierta resignación. Oigo a Florentino Pérez decir que este hecho supone un grave precedente, y tiene razón. Pero la fiesta del fútbol seguirá cualquier otro día. Ahora sólo podemos darle gracias a Dios porque no se produjeron víctimas en un campo de fútbol. A ETA la dieron otras setenta mil bofetadas.

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