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O alguien lo remedia, o esto del periodismo deportivo acabará convirtiéndose en un auténtico mamoneo. Un "viejo" -sólo por el hecho de que lleva muchos años en esta profesión- amigo mío, un clásico de toda la vida cuyas crónicas yo leía en el autobús ("la ruta", la llamábamos entonces) camino del colegio, me ha dicho esta mañana: "desengáñate Juanma, hace veinte años que se acabó el verdadero periodismo deportivo". Si le hago caso al "profesor" me surge una duda existencial-profesional que prefiero no responderme a mí mismo: si el periodismo deportivo ya no existe ¿de qué he vivido yo estos últimos quince años?

Todo surgió a raíz del editorial del director de un famoso periódico deportivo (perdonen que no ofrezca más datos, pero quiero seguir dedicándome a esto, sea lo que fuere realmente) que criticaba el "camachazo" del martes. Mi amigo me comentaba lo siguiente: "le dan pero poco, no vaya a ser que Camacho llegue al Real Madrid dentro de un par de años y entonces tengan que pedirle algún favor". Y lo peor de todo es que sabe perfectamente de lo que habla. Ya no existen periodistas deportivos sino "public relations", porteadores de equipos de sonido que colocan la alcachofa allá donde dice el club de turno, o el futbolista que toque (porque hay futbolistas que "tocan" los lunes, otros los martes e incluso algunos que "tocan" los miércoles, previa cita con el jefe de prensa). Lo dicho: un mamoneo.

No sé si era Maruja Torres quien decía que ella prefería no conocer personalmente a la gente a la que criticaba porque así el sofoco era menor. Yo soy un poco "maruja", y prefiero no conocer -en el sentido árabe del término- al ex seleccionador nacional José Antonio Camacho. Prefiero no conocerle ni veranear con él en Ibiza porque creo que lo que le ha hecho a la federación es una soberana guarrada, un desplante del que no doy crédito. ¿Personalidad? ¿Carácter? ¿Fiel a sus ideas?... Zarandajas. Camacho se ha ido porque le interesa a Camacho, lo que me parece fenomenal de haberlo hecho en tiempo y forma. Pero don José Antonio quería probar antes la "lotería" del Mundial para ver si le tocaba la "muñeca chochona" o el osito de peluche.

Por cierto que Javi Clemente ha aprovechado la melé para decir eso de "¿cómo va lo mío?". Si Camacho contó con el beneplácito mediático los dos primeros años fue sólo porque no llegó al cargo como Clemente, creyéndose el reverendo Theodore Hesburgh, presidente de la Universidad de Notre Dame y récord mundial absoluto de títulos honoríficos (111 le otorgaron a tan ilustre caballero). Al final Camacho fue Clemente, traicionando a quienes confiaron en él aún sin conocerle. Habrá que sobrevivir como sea.

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