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Juan Manuel Rodríguez

"¡Todos para uno, y uno para todos!"

Grosjean se comportó como un niño mal criado, y los ¿aficionados? volvieron a convertir la pista central en un auténtico circo. Pero el caso es que volvemos a tener tres mosqueteros españoles en los cuartos de final de Roland Garros

Si Alejandro Dumas viviera en el siglo XXI y escribiera de tenis, no tendría más remedio que hacerlo en español. Los franceses no le perdonan a Rafa Nadal que se haya erigido en el nuevo mosquetero del tenis mundial. Se ha convertido en D'Artagnan, mientras que Robredo, Ferrer y Moyá son Athos, Porthos y Aramis. Y los franceses no se sacaron de la manga un torneo de tenis para que lo ganaran los españoles, no. Eso de que Roland Garros se lo llevara al final un jugador español ha sucedido ya en cinco ocasiones desde el año 1993: Sergi Bruguera (1993 y 1994), Carlos Moyá (1998), Albert Costa (2002) y Juan Carlos Ferrero (2003). Los franceses, sin embargo, ganaron por última vez en el cuadro masculino allá por 1983, gracias a Yannick Noah, el último "galáctico" que tuvo el tenis francés. Hace tanto tiempo de aquello que, por ejemplo, el torneo femenino lo ganó Chris Evert-Lloyd. Desde entonces, nada de nada, rien de rien.
 
Echo la vista atrás y recuerdo un partido que disputaron Alex Corretja y el saltimbanqui brasileño Gustavo Kuerten. Si hubo un tenista cuyo comportamiento sobre la pista fuera ejemplar y caballeroso, ése fue sin duda Alex. En aquel partido de 2001 los franceses se las hicieron pasar canutas, aliándose descaradamente con "Guga". Kuerten convirtió en un "sambódromo" la pista en la que, antes que él, habían jugado al tenis René Lacoste, Henri Cochet, Fred Perry, Rod Laver, Roy Emerson, Manuel Santana, Bjorn Borg, Guillermo Vilas o Ivan Lendl. La grada le rió las gracias al brasileño, echando por tierra la categoría de un torneo serio y respetado.
 
Hace dos días Nadal hizo añicos los precipitados sueños de grandeza que la prensa especializada francesa había depositado en Richard Gasquet. Ese fue su "pecado". Tras ventilarse con comodidad al nuevo enfant terrible del tenis galo, el mallorquín tuvo que vérselas con Sebastian Grosjean, otro francés. Y este, más madurito que el pipiolo Gasquet, también se vio superado por el aluvión de golpes de Nadal. Grosjean se comportó como un niño mal criado, y los ¿aficionados? volvieron a convertir la pista central en un auténtico circo. Pero el caso es que volvemos a tener tres mosqueteros españoles en los cuartos de final de Roland Garros. Con o sin circo ambulante. "¡Todos para uno, y uno para todos!".

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