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Poco antes de dar comienzo el España-Austria, clasificatorio para el Mundial del año que viene, me entero de que Sergi no puede jugar como parece que Camacho tenía inicialmente previsto. Ya está, me digo, una sobrecarga muscular, un esguince mal curado, lo de siempre, las típicas lesiones que no suelen ser aparatosas pero que te apartan de un partido vital como el que se jugó anoche en el estadio de Mestalla. Sin embargo al capitán del Barcelona no le aquejaba nada de eso, tampoco la presencia del italiano Coco que llega para luchar por su mismo puesto; lo que impedía a Sergi jugar como titular ante los austriacos era una migraña. Inmediatamente saltaron todos mis resortes solidarios con el futbolista catalán, y eso a pesar de que me las tuve tiesas con él en el mes de julio. Dicen que la migraña es una típica enfermedad de mujeres y, sin embargo, yo las padezco desde hace años (iba a decir que en silencio pero me recordaba mucho a un anuncio de almorranas que ponen en la tele).

Por lo que me cuentan, Sergi llega incluso a marearse y está ahora mismo en tratamiento neurológico. Lo de acostarse en una habitación a oscuras y en absoluta quietud ya me lo conozco; cuando se te pasa la crisis te quedas un par de días como si te hubieran dado una verdadera paliza. Recuerdo que hace poco tuve que presentar un “Popular Deportivo” con gafas de sol; era inevitable que los compañeros pensaran que me había vuelto majara. La primera vez que me dio una migraña llegué a asustarme. Cuando fui a la consulta del neurólogo me dijo: “esto es una migraña”. “¿Ya está?”, le dije, “mire que a mi me duele mucho la cabeza y tengo miedo”. El médico, probablemente un poco rancio, respondió: “yo no curo los miedos”. Más tarde, mi amigo Luis Gutiérrez Serantes me hizo todas las pruebas del mundo y llegó a la conclusión de que no llegaría a ser más listo pero que tampoco tenía nada malo en la cabeza.

Tanto la particular situación por la que atraviesa ahora mismo Michael Jordan, siervo al servicio de las casas comerciales, como la enfermedad de Sergi nos acercan mucho más al ser humano que practica profesionalmente el deporte. Roberto Carlos asegura que son tipos corrientes, y lo dice mientras viste una camiseta sin mangas de Dolce y Gabanna y lleva un collar de oro y un Rolex de los que quitan el hipo. ¿Corriente? La migraña de Sergi sí que es corriente, capaz incluso de apartarle de un encuentro trascendental para la selección española. Por cierto: ganamos y estamos ya clasificados para Japón y Corea. Un dolor de cabeza menos.

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