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Esto de ser entrenador de fútbol debe ser muy difícil. Difícil y también incomprendido por un sector importante de la sociedad. Por eso está tan bien pagado (en Primera). Ahí tenemos el caso, sin ir más lejos, de Charly Rexach, que tendrá que descender ahora a la tierra —"sólo hablo de fútbol con mis enemigos", contestó ayer a una pregunta de un periodista— para explicar por qué en el Appostolos Nikolaidis, y ante un equipo tan deformado y aburrido, tan roto como el Panathinaikos (leer en voz alta con acento en la "o", Panatinaikós), el Barcelona se fue perdiendo por 1-0. Lo mismo le pasó, allá por 1950, a Sir Derek Harold Richard Barton que, para resolver un problema estructural con el que se había topado, ideó la forma no plana del ciclohexano y la posibilidad que ésta tuviera sustituyentes axiales y ecuatoriales. ¿Ves qué fácil, Charly? ¿Ves cómo hablando se entiende la gente?

Ahora bien, una cosa eran esos problemillas químicos de Sir Derek Harold Richard Barton, y otra bien distinta los que tiene Rexach con su Barcelona. ¡Eso sí que son problemas estructurales, y no los axiales ni los ecuatoriales! Ni Sir Derek Barton sería capaz de razonar por qué teniendo en una misma plantilla a Rivaldo, Xavi y Saviola, los mandas a los tres al banquillo. Y por qué si Coco no ha salido nunca de su banda, que para eso el hombre se la ha aprendido de memoria, le colocas encima de Liberopoulos, como si éste fuera el mismísimo Garrincha resucitado. El trabajo de entrenador es tan complicado que incluso tienes que soportar que tus jugadores se mofen de ti. Kluivert decía al final del partido que él habría hecho otra alineación, pero es que Kluivert no sabe nada de problemas estructurales, axiales o ecuatoriales... ¿a que no?

El técnico italiano Marcelo Lippi solía decir que "un equipo de fútbol es como un estanque en el que hay muchos peces. Sólo hay que saber ordenarlos por colores". Si es así, Rexach, ¡que lo mismo gana la Champions League y todo!, se ha convertido en el enemigo número uno de los herederos de Jacques Cousteau. Lo suyo no es un estanque, sino una leonera, y sólo la casta de Puyol y Luis Enrique le están manteniendo a flote. Rexach hace cada vez cosas más raras y no hay cristiano que lo comprenda.

Esto de ser entrenador de fútbol tiene que ser muy difícil. Tanto como para que el técnico del equipo griego dejara en el banquillo a Olisadebe hasta el minuto 73. Fue en ese preciso instante cuando el Panathinaikos esbozó algo muy parecido al juego conocido como "fútbol". Menos mal que aquí, quien más y quien menos, tiene sus propios problemas estructurales.

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