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Juan Manuel Rodríguez

Valencia es muy pequeñita

"Es un traidor", le dijo el otro día Francisco Roig a Pedro Cortés. "Ojo que Valencia es muy pequeñita", le ha respondido ahora el ex presidente al otro ex presidente, "y si mis hijos no duermen", añadió, "no duerme ni Dios en Valencia". "Parecen el dúo sacapuntas", dijo Roig. "Me parece un susú", respondió Cortés. "Es una termita", arremetió Roig. "Y él un bellaco", remató Cortés. No es de extrañar que, viendo el panorama directivo que se cierne sobre los clubes españoles de fútbol, el millonario Dimitri Piterman haya irrumpido en las oficinas de su Racing de Santander como cuentan que hizo el General Baldomero Espartero en Ayacucho, llamando Hitler a Gil y echando a la calle a Preciado y Setién. El Comité Nacional de Entrenadores se rasga las vestiduras porque el nuevo dueño del club se ponga el chándal y le diga a Munitis que se pegue unas carreritas, pero nadie dice nada del tiroteo verbal de Valencia.

Sólo falta ahora la intervención del actual presidente ché para que la fiesta esté completa. Si Ortí interviene, aquello puede acabar en auténtica batalla campal, con la "termita" sacudiendo al "bellaco", y con éste dándole paraguazos al más alto del dúo para regocijo y tranquilidad de los hijos de Pedro Cortés quienes, por fin, podrán dormir tranquilos. Si al "Valencia es muy pequeñita", Cortés hubiera añadido "para nosotros dos, forastero", aquello le habría quedado incluso gracioso, pero lo cierto es que ha sonado a amenaza pura y dura. ¿Ven cómo era sólo una cuestión personal? El valencianismo vuelve a desangrase por la herida de sus innumerables "familias", convocadas todas y cada una de ellas al olor del reconocimiento fácil y la fama instantánea. Ese es justamente el olor que ha seguido Piterman, aunque con la notable diferencia de que el millonario judío cumple lo que dice.

Si Valencia es, como asegura Cortés, "muy pequeñita", estoy seguro de que la pelea tabernaria mantenida por los dos ex presidentes habrá llegado ya a oídos del entrenador y los jugadores. Y el caso es que no estamos hablando de un club importante de la Liga española sino del vigente campeón. Pero ese es el nivel, no hay otro ni tampoco da para mucho más. Por si fuera ello necesario en un futuro inmediato, vaya desde aquí un amplio repertorio de insultos con clase como munición para Cortés y Roig: "zurumbático", "zolocho", "sandio", "tuturuto", "abrutado", "gilí", "cantimpla", "bobalías" y "pavitonto". Y que Dios coja confesados a los seguidores del Valencia.

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